Ese amanecer me hizo entender que los hijos nacen como el sol para iluminar la vida, y entiéndase por hijos: nietos, sobrinos y ahijados (los propios y los ganados por el azar de la existencia).
Nunca debemos juzgar a nadie por su condición, aunque la piel de ciertas personas como esa niña, esté manchada para siempre con color ocre, adquirido por el sol y el polvo de la calle y lo cual la estigmatiza injustamente como indigente, drogadicta y hasta peligrosa.