Lo más preocupante es que los niños y jóvenes no temen abrir las puertas cebernéticas, porque no ven el peligro inminente. Creen que la distancia y el engañoso anonimato de las autopistas virtuales, los hacen invulnerables.
Reflexionemos que antes de dar cosas materiales, debemos entregar afecto. Este año, como el anterior, prometí no dar regalos a mis hijos, sino cariño y amor; ellos aceptaron mi propuesta con gratitud y desinteresados.
En esta época navideña, en donde muchos pretenden ser generosos, tenemos una oportunidad de practicar la caridad. Empecemos por derrotar la indiferencia.
Chávez volvió a quitarse la máscara hace algunos días, ordenando a sus secuaces, en forma descarada, conducir el barco hacia el destino que se trazó: repetir el referéndum porque quiere eternizarse en el poder. No tiene proyectado entregarlo tan fácilmente. Construyó los cimientos de esa maniobra siniestra manipulando, amenazando y pisoteando las instituciones, pero también comprando al pueblo necesitado.