Me da pena la diplomacia colombiana, que tras la amenaza de Chávez de anunciar vientos de guerra en la frontera, su advertencia de nunca reestablecer las relaciones rotas en una de sus rabietas, si subía al poder Santos, tras insultar y denigrar, lo invitan a casa y él abofetea de nuevo.
Que no se ilusionen los cubanos en el exilio porque podría no haber ninguna divergencia entre los hermanos Castro. Ellos son como siameses y continúan siendo los mismos insensatos que arrebataron el destino de los cubanos en aquella utópica revolución comenzada en 1959. Prosiguen con su testarudez egoísta y su arrogancia, bebiendo la última gota de sangre del pueblo.
Cuando le comenté mi desconcierto al narrador taurino, me preguntó con burla si yo sabía cómo mataban las reses del churrasco que me comí en el restaurante. Efectivamente, en muchos países de Latinoamérica, los mataderos sacrifican con crueldad a los animales que consumimos como alimento, pero eso no es pretexto para mortificarlos en medio de loas y licor.