Aunque la Suprema Corte desechó de la ley Arizona varios puntos, por ejemplo, el de obligar a los inmigrantes a portar papeles de inmigración y considerar delito que, sin permiso para estar en el país, busque o tenga empleo, la cláusula aprobada, conocida como “muéstreme sus papeles”, legitima ordenanzas estatales que promueven la clasificación racial y arrestos injustificados, lo cual genera miedo entre los hispanos.
Sin lugar a dudas, a través de las leyes y del uso malicioso de los vericuetos legislativos, Martinelli, como los otros aspirantes a dictadorcitos de Latinoamérica, pareciera estar tejiendo la red para atornillarse en el poder. Pero, según dicen, ha sido desenmascarado por la oposición unida, alianza que no se veía desde Noriega.
La llave maestra no es inversión militar ni artículos de ley que se queden en papel. La apertura para la paz es justicia social. Darle beneficios de salud y educación al pueblo. Promover y estimular a los empresarios para que creen fuentes de trabajo sin el miedo de tener a secuestradores o extorsionistas acechando frente a sus casas, oficinas o fábricas.
La «santa sede» está dominada por hienas que luchan por quedarse con el mejor pedazo de la presa, mientras vemos estupefactos cómo la palabra de amor y bondad de Jesús y su sacrificio en la cruz les vale poco y lo único que ambicionan es el gran poder que se ejerce tras la Basílica de San Pedro y para lograrlo son capaces de rendirse al mal.
No pretendo resolver con este comentario el conflicto humano, social y cultural que genera el tema gay y mucho menos el dilema científico de si nacen o se hacen. No discuto si debemos decir preferencia u orientación sexual. Tampoco voy a quejarme por las exhibiciones de parejas homosexuales en parques o sitios concurridos, aunque no estoy de acuerdo con eso, como tampoco con exhibiciones de parejas heterosexuales.