Solapadamente acostumbran a entorpecer el desarrollo normal de las actividades laborales o de la casa, para asumir falsos liderazgos, incrementando costos emocionales y económicos. En ciertas empresas, las irracionales decisiones disminuyen la producción; en casos urbanos perjudican la concordia ciudadana.
Para nadie es un secreto que Uribe quiere ser presidente de nuevo. Él es un individuo con ambiciones desmedidas y que en muchas ocasiones desvaría. Ha perdido el sentido lógico de la política y conserva el semblante autoritario. Su apariencia mesiánica le ha hecho daño a la institucionalidad del país, porque ha inventado una falsa esperanza y genera choque y polarización perjudicial para la democracia. Desafía a las cortes, congresistas, al poder ejecutivo y al propio pueblo que teme por su regreso.
¿Por qué parte de esa plata de la guerra contra las drogas no se invierte en desarrollar la agricultura, la ganadería y la industria? En las zonas cocaleras y amapoleras de México, Colombia, Perú y Bolivia, les vendría bien recibir insumos agrícolas, tractores, hacerles carreteras para sacar los productos y pagarles mejores precios a los campesinos por las cosechas.