No hay nada más saludable para una democracia que una prensa autónoma y garante de la justicia, pero con responsabilidad social y humana.
¡Qué gran novedad! Esto no era un secreto y tampoco un embuste de los activistas antiamericanos que han repetido sin cesar que a todos nos vigilan desde hace mucho años. Solo con poseer un celular nuestra privacidad es vulnerada. Hay cámaras viéndonos por todos lados. El GPS es un espía móvil y la tarjeta de crédito delata a quienes pretenden echarse una canita al aire en un motel con una rubia americana o una morena latina, sean o no pro o contra comunistas.
En medio de esta babilonia, rondan las cazadoras de fortunas y los cazadores de aventuras. Las unas buscando un hombre rico que les pague sus lujos a quienes llaman “patrocinadores” y los otros, engañando a mujeres ingenuas para pasar solo una noche de copas con ellas, quienes terminan divorciadas y quedándose sin la soga y sin la ternera. Es como un pecado que se vuelve común, corriente y nadie siente pena por cometerlo.
El hogar, no es un lugar de trabajo convencional y en la mayor parte de los países es una industria sin ley. Los empleados vienen de sectores marginados de la sociedad, tienen poca educación y, por lo general, pertenecen a grupos étnicos discriminados. Esos factores deberían hacernos más responsables como “patrones”.
El pantallazo internacional que las Farc se están dando les permite volver a estar en el foco de atención, protagonismo que se eclipsó desde que desperdiciaron el proceso de paz a comienzos de la década pasada en el gobierno de Andrés Pastrana, para continuar con los secuestros, el narcotráfico y el terrorismo.