Todos conocemos la leyenda bíblica de las épocas de vacas flacas. Los árabes históricamente le temen y por eso no regalan su fortuna, la guardan para enfrentar tiempos difíciles. Venezuela, en cambio, muy caritativa nación, derrochó el dinero del pueblo, apoyando a ciertos países aliados de América Latina.
No es un secreto que los Castro manejan el Estado como una hacienda particular, encubiertos en el sistema político creado por ellos y el cual llaman “democracia popular”.
John F. Kennedy denunció en abril de 1961: «Sus preparaciones se ocultan, no se publican. Sus fallos se entierran, no son titulares. Sus disidentes son silenciados no alabados. No se cuestionan sus gastos, ningún secreto es revelado”.
Es incomprensible que aquel profeta que supuestamente recibió lo que ellos creen es la auténtica palabra de Dios, con la intención de corregir el rumbo espiritual de la humanidad, usara la muerte y el terror para imponer sus creencias. Más aún increíble es que él fue un ferviente continuador de la prédica de Abraham, el primero de los patriarcas del pueblo de Israel, a quien honran Judíos, Cristianos y siguen enalteciendo los musulmanes.
Es importante advertirles a estos jóvenes que ambicionan la popularidad, el dinero y ser asediados por fanáticos y paparazzis, que la vida de una celebridad no es tan perfecta y con frecuencia es agobiante, solitaria y triste.