Su líder visible es Julian Assange, un ex hacker convicto, egocentrista, quien hizo parte del grupo de piratas informáticos “subversivos internacionales”. ¿Qué intereses persigue? ¿Pretende burlarse del mundo?
El periodismo está siendo agredido en forma letal en por los menos 33 países del mundo. En estos días, la Campaña Emblema de Prensa –PEC- (siglas en inglés), denunció que 90 periodistas han sido asesinados este año. El no muy honroso primer lugar se lo lleva México con 13 muertos. Después le siguen Honduras y Pakistán con 9 cada uno. Colombia ha perdido a 3.
Jojoy era malo y mentiroso. En una entrevista que le hice en febrero de 2001, prometió a las familias liberarles a sus parientes secuestrados “rápido y urgente”. Pero, pasaron años hasta que el ejército fue quien los rescató; todavía hay retenidos en la selva.
Mis amigos árabes dicen que al mismo gobierno que armó una guerra buscando inexistentes armas químicas, sólo por control geopolítico y para rebajar el valor de la gasolina en su país. Los judíos ratifican que fueron los terroristas árabes que no poseen corazón ni razón.
Uno de los proveedores importantes de cocaína a los carteles mexicanos es la guerrilla de las Farc, que también ofrece su destreza en terrorismo, mandando a subversivos que adiestran a sicarios.
Hugo Chávez sabe muy bien que al dejar tomar aliento a los guerrilleros colombianos en territorio venezolano, favorece su plan de extender la utópica revolución bolivariana por América.
El terrorismo es un negocio para los que lo propagan y lucrativo para los que afirman defendernos de ese mal. La gran perdedora es la sociedad que aguarda el golpe de los que han hecho de esta amenaza su modus vivendi.
Si bien es cierto que Colombia todavía sufre injusticia social, corrupción y el gobierno actual y varios sectores de la prensa ocultan la realidad de un país sumido en la pobreza, el desempleo y la inseguridad, la mayor parte de sus pobladores no cree que el comunismo sea la solución y mucho menos quisiera que esos terroristas gobernaran la nación.
Es evidente que hubo negligencia de parte de los superiores, los subalternos y hasta los amigos, que escucharon su disconformidad por estar en el ejército, su propósito de retirarse y su fanatismo religioso recalcitrante y nadie hizo nada.
Si lo que tratan es de buscar justicia tardía, que también lleven a juicio a los rebeldes del M19 que cometieron el delito de terrorismo, algunos de los cuales hoy ocupan puestos en el Congreso y cargos del gobierno.
Pecan de ingenuos quienes creen que la guerrilla colombiana está derrotada y también los que piensan que el apoyo desde Venezuela a los rebeldes comunistas de las FARC es un asunto aislado.
En medio de la hostilidad, los policías tienen dos opciones: combatirlos con el riesgo de morir, o dejarse sobornar. Los delincuentes matan a los que ellos creen que protegen a una u otra organización y de paso amedrentan a los honestos.