El terror está ganando

Se benefician los terroristas cuando se invierte más en seguridad que en desarrollo social.

Terrorismo

El olor a miedo colectivo se respira en las calles de Nueva York como si fuera uno más de los aromas incómodos con los cuales los residentes no quieren convivir.

Pero, para algunos visitantes, la paranoia es excesiva y adversa, desde las miradas desconfiadas de ciertos policías neoyorquinos usualmente malencarados, hasta la vigilancia pública que convierte un simple paseo turístico en incómodo acecho, con ganas de no volver a la ciudad.

Sin embargo, todo se vale para vencer a los malos, de acuerdo a los que sufrieron en carne propia el terrorismo el 11 de septiembre de 2001, cuando fanáticos musulmanes chocaron los dos aviones en las torres gemelas.

Algunos comparan la tensión que se vive en Estados Unidos, con la padecida en el tiempo de la guerra “narcoterrorista” desatada por Pablo Escobar en Colombia.

Lo distinto es que en sitios como Manhattan la complicidad y la apatía (sólo respecto al terror) son casi nulas. La gente se grabó la frase “Si ves algo, di algo” y por mantener los ojos abiertos y los oídos despiertos, un vendedor ambulante alertó sobre el carro bomba en Times Square el sábado 1 de mayo pasado.

Aunque contenía una mezcla de materiales corrientes -fuegos artificiales, combustible y fertilizantes-, que al parecer no harían tanto daño, las autoridades dicen que fue creado para provocar el máximo caos posible.

El autor es un paquistaní, nacionalizado estadounidense y supuesto discípulo Talibán, que según los informes oficiales por su torpeza no culminó el plan, permitiendo que el vendedor alcanzara a llamar a la policía.

Una semana después, alguien abandonó una nevera portátil con una botella de agua, también en Times Square y el jueves 13 de mayo, la policía evacuó un edificio y las zonas aledañas a la congestionada estación Union Square, porque un hombre dejó estacionado un carro con dos tanques de gas mientras asistía a un concierto, repitiéndose el caos urbano por el pánico. Fue falsa alarma.

Según los servicios de seguridad del Estado en los últimos 9 años se han impedido varias tentativas de ataques: En 2001 un pasajero de American Airlines intentó estallar un explosivo oculto en su zapato; en 2003 un camionero fue detenido mientras planeaba destruir el puente de Brooklyn, Nueva York. En la nochebuena de 2009, un hombre, al parecer, quiso explotar el vuelo en el que venía desde Ámsterdam hacia Estados Unidos y fue neutralizado por pasajeros.

Estos incidentes indican que los terroristas siguen sin rendirse.

Aunque la acción ciudadana ha evitado que cumplan sus planes, sin lugar a dudas el terror está venciéndonos, porque su primer objetivo es ese: intimidar y hostigar.

Se benefician los terroristas cuando se invierte más en seguridad que en desarrollo social; vencen al hacernos sufrir revisiones exhaustivas en los aeropuertos, ser tratados con recelo y tener que permitir que nos vean en forma virtual las partes íntimas y a pesar de eso, hay que agradecer por tratarnos como criminales; triunfan cuando nuestros rostros son inspeccionados por cámaras ocultas y pasamos a ser sospechosos por razones étnicas; cuando las conversaciones por celulares llegan a centrales de inteligencia donde escrutan cada palabra y frase; cuando perdemos libertades individuales por defender la libertad colectiva.

El terrorismo es un negocio para los que lo propagan y lucrativo para los que afirman defendernos de ese mal. La gran perdedora es la sociedad que aguarda el golpe de los que han hecho de esta amenaza su modus vivendi.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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