Estoy más aburrido que mico recién cogido

Cultura

Sí, estoy aburrido y se me ocurrió escribir sobre las babeles latinoamericanas en Estados Unidos, donde hablar español a veces se torna difícil, por el juego semántico de frases maliciosas y suspicaces.

Conversar, debido a las diversas nacionalidades, ocasionalmente hace sonrojar. Tal vez reciba un insulto de respuesta. Por eso es mejor hacerlo recatadamente y no “dar papaya”, perdón, quise expresar “no arriesgarse”. En Colombia el nombre de la fruta papaya, (conocida en otros países como lechosa o mamón -disculpen, esta fue sin intención-), se usa para decir “no exponerse”, sin embargo, en ciertos lugares, papaya es la seductora parte del empeine de la mujer.

A eso me refiero, a que las palabras en nuestro español latinoamericano varían de significado según el origen. Rápidamente, sin reflexión, pasan de un vocablo coloquial a una grosería.

Por ejemplo, qué me diría usted al contarle lo de la turca del venezolano, grande y bonita, a quien conoció en “My Space.com”. La muchacha quiso ir a la tierra donde nació él y en una excursión tuvo un percance. El venezolano llamó a un médico amigo en Miami y le dijo: “a la turca le picó el bicho”. El doctor comprendió y recetó una pomada desinflamatoria. Al escucharlo, colegas quedaron boquiabiertos. Para ellos, puertorriqueños, no sólo fue escandaloso que le picara el bicho, aunque a cualquiera le pasa y hasta en público, sino que les molestó la tranquilidad con que su compañero recetó, porque, aunque en el resto de Latinoamérica lo entienden como un insecto que la aguijoneó, ellos conocen “bicho” como el sexo femenino. Además turca, para ciertos centroamericanos, significa el miembro masculino. Se imaginarán el barrunto que le armaron al médico, aunque los puertorriqueños expresan sin abochornarse “el venezolano cogió una turca tremenda”, refiriéndose a una borrachera descomunal.

Para no tener problemas recomiendo evitar pronunciar frases y palabras y así salvarse de bofetadas. Nunca se atreva a pedirle el biscocho a una muchacha en una pastelería mexicana, porque ella no creerá que apetece un pastelito. Y tampoco la piropee diciéndole: “qué lindo biscocho ven mis ojos”. Se meterá en problemas. Biscocho, que también significa bonita en ciertos países, en México es el sexo femenino. Como concha, ruboriza a los uruguayos, peruanos y argentinos, aunque para el resto del mundo es el caparazón de moluscos y tortugas.

Tampoco vaya a decir, “voy a tirar la maceta”. Tirar (arrojar, lanzar) para ciertos latinoamericanos es hacer el amor y al decir maceta, que significa matera para sembrar plantas, a ciertos caribeños se les viene la idea de un miembro masculino. Es semántica.

Mucho menos se atreva a decir “voy a chupar chicha”. Aunque para los habitantes de la región andina de Suramérica es ingerir la bebida de maíz, tradición de los indígenas, para otros tiene una connotación erótica.

Por otro lado, cuídese de expresar ¡Que ricos los melones de la tía Inés! Si le gustaron, guárdese el elogio y cómase la fruta en silencio, porque “melones” son los senos en ciertas partes de América.

Nunca diga “vaya chingue al bebé”. Aunque chingar se entiende como amarrar, en este caso el pañal del bebé, podría ir a la cárcel, hasta que no demuestre lo contrario, porque lo interpretan como practicar el coito. Mucho menos “hay que chingar a su madre por ese asunto de la incontinencia urinaria”, porque allí se enfrentará a la furia de Moctezuma.

Arrecho, para los centroamericanos es estar furioso o bravo; para los colombianos y venezolanos también significa excitado, con ganas de hacer cositas. Jamás les digas: “estoy arrecho”, quizás se encuentre en una situación incómoda y no me venga a decir que fue obligado a salir del closet.

Seguramente escandalizados por la prolífica multiplicidad de palabras en español, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos, recomendó a la radio y la televisión omitir ciertas de ellas, que son de uso castizo, pero que causan confusión en la heterogénea audiencia hispano-parlante.

En un comunicado censuraron, no sólo las mencionadas arriba, sino más palabras que no puedo escribir por vergüenza y otras como: pendejo (para unos pelo del pubis, para otros tonto, estúpido), puñal (gay en ciertos países), no mames, cabrón (disgustado para cubanos y “cornudo” para otros), picha (fruta descompuesta, para otros órgano masculino) y hasta madre, por ¡tú madre! Las películas mexicanas, no se entenderán por tantos “beeps”.
Me disculpo con los centroamericanos, porque el refrán colombiano “más aburrido que mico recién cogido” lo malinterpretarán. Para nosotros mico es sinónimo de chimpancé y “cogido”, viene de agarrar, sujetar y no de tener sexo. Debí decir, “más afligido que primate recién atrapado”, pero se le quita la gracia al dicho popular. Es asunto de semántica.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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