Antes de hacer promesas para el año nuevo, reflexione si tiene la capacidad para cumplirlas porque sino serán palabras al viento como todos los años.

Como el pecador que va al confesionario y se arrepiente de forma pasajera hasta que la tentación lo atrape de nuevo, muchos planean propósitos al comenzar el año que pocas veces cumplen.
Es un engaño a sí mismos, quizás porque la fuerza de voluntad no es una de sus cualidades o al lado tienen consejeros infames que esperan su fracaso. Otros buscan culpables de sus propias debilidades y le achacan el fracaso al primero que se les atraviese en su camino.
Tanto pedir y brindar para repetir el mismo escenario cada año: empezar y no terminar. Con perdón, pero eso es hipocresía. Una pérdida de tiempo.
Embusteros aquellos que prometen dejar de fumar y en la primera oportunidad, escondidos en el baño o en el garaje, humean el que llaman el último cigarrillo.
Mentirosos los que prometen bajar de peso, fingen estar haciendo curso de faquir frente a la familia para victimizarse y se escabullen en medio de la noche a la nevera para tragar toda la basura que soporta el estómago. O los que hacen un plan de ejercicios físicos diarios, pero cuando suena el despertador mañanero piden otro ratico para seguir durmiendo y después no les alcanza el tiempo.
Falsos son aquellos que dan la palabra de salir de deudas y cuando pasan frente a una vitrina compran sin necesidad un par de zapatos, una cartera o un video juego que después dicen fue un regalo que les trajo un amigo secreto desconocido por todos.
Pero, peores son aquellos que se proponen ser buenas personas con los demás y en la primera oportunidad conducen en las calles a la ofensiva, cerrándole el paso al chofer prudente que respeta a los otros ciudadanos.
O los que prometen ser jefes o colegas nobles y en enero llegan con más rencores a la oficina para desquitarse de los malos ratos que pasaron en las fiestas decembrinas, en soledad, porque nadie los visitó huyéndole a su malhumor.
El padre de familia que promete dejar de ser machista y más cariñoso con sus hijos y esposa, o la mujer pusilánime que dice que no se dejará manipular de los demás, en especial de la “mejor amiga”, que por envidia le hace perder el amor de su vida.
Las amistades ladinas sobran, dando consejos para que los demás estén por debajo de su infelicidad. Allá usted si, después de planear bajar de peso, destapa esa caja de chocolates Ferrero Rocher que le regaló la misma amiga insidiosa que la quiere ver obesa porque ella siempre lo será.
Allá usted, si desea seguir viviendo bajo las faldas de la madre, en vez de independizarse y formar un hogar.
Allá usted si prometió olvidar al novio o esposo maltratador y vuelve con él como animalito sumiso.
Allá usted si prefiere continuar siendo el jefe aborrecido por los subalternos que no soportan su mala actitud, el maltrato sicológico y la amenaza constante.
Allá usted si no se cambia a un trabajo en el cual lo dignifiquen y sigue yendo al empleo donde lo humillan y le pagan poco.
Los objetivos trazados no solo deben ser realistas sino fáciles de cumplir. Establezca por qué y para qué. Busque apoyo, pero no de falsos amigos y, reitero, antes de hacer promesas, reflexione si tiene la capacidad para cumplir porque sino serán palabras al viento como todos los años.
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