Llegó el momento de evolucionar el espíritu

Somos parte de un organismo único, desde el átomo hasta las grandes estrellas. Los mayas predijeron que solo la transformación interior del ser humano puede darnos nuevo sentido a la vida, obtener salud y alcanzar el equilibrio espiritual y solo lo ganaremos integrándonos a la tierra en paz y armonía.


Un ángulo de la Plaza Mayor de las ruinas mayas en Tikal, Guatemala, la cual visité en la primera semana de diciembre de 2012.

Los menos alarmados son los sinvergüenzas y los ateos auténticos que ni le temen a Dios ni le tiemblan las carnes por el Diablo. Para ellos la vida es un placer, incluso haciendo daño al prójimo, porque dicen que “este mundo es de los vivos”, que no existe el infierno y que el cielo es solo el espacio donde se mueven los astros.

En el Armagedón o apocalipsis, algunos planean emborracharse por días, hacer el amor hasta el cansancio y derrochar incluso el último segundo en goces paganos.

Los piadosos bien portados, quienes creen en el paraíso, están emocionados en conocer al Señor; empacan lo inmaterial en las maletas del alma desde hace meses y ensayan la primera plática con los ángeles celestiales porque para ellos es otro comienzo.

A los pecadores les tiembla hasta usted sabe que. Se confiesan con curas buscando absolución pero siguen errando; van al siquiatra confundidos y espantados y sufren insomnio pensando en cómo será ese fin: un meteorito gigante que destruye la vida en la faz de la tierra; sismos poderosos; guerras nucleares; pestes y enfermedades; otros, siendo ateos de labios para afuera, tácitamente vislumbran el regreso de Jesús castigando con rayos y centellas a los impenitentes.

El fin del mundo es el tema de moda y quienes lo pusieron en la palestra de la historia actual fueron los mayas, cultísimos antepasados, expertos en matemática y astrología, que, de acuerdo a evidencias halladas en los glifos plasmados en piedras y pirámides, tuvieron contacto con seres extraterrestres que les habrían ilustrado sobre conocimientos de este presente y el futuro. No se rían que esto pudiera ser cierto.

Hace pocos días fui a las ruinas mayas de Tikal en Guatemala y vi las impresionantes edificaciones de arquitectura perfecta rebosadas de jeroglíficos con los cuales plasmaron con simbolismos su cultura y sabiduría para que las generaciones de estos tiempos conociéramos y comprendiéramos sus mensajes.

Ciertos arqueólogos y científicos descifraron los códices y el que tiene que ver con el calendario Maya, la fecha “el 13 Ahau, al final del último Katún”, lo explicaron como el plazo límite del fin del mundo.

A partir de esa interpretación materialista comenzó el despelote. Muchos en los Estados Unidos, por ejemplo, ya compraron un refugio antinuclear en colonias bajo tierra fabricadas para tal fin.

Sin embargo, en mi visita a las ruinas mayas experimenté una paz interior magnífica que por ninguna razón podría ser el preámbulo a tiempos de muerte y destrucción. Escuchando al guía percibí una gran tranquilidad y emoción al saber que todo eso del fin del mundo es un equívoco interpretativo. De acuerdo a los mayas lo que la humanidad ha estado recibiendo es un ciclo de luz divina y claridad espiritual, período que comenzó en 1995 y finaliza el 21 de diciembre de 2012.

Si queremos ser pesimistas y fatalistas y si no se han dado cuenta, el fin del mundo ya está sucediendo y, por ignorantes, podríamos perecer. Los terremotos, huracanes y tsunamis ocurren por el cambio climático provocado por el hombre: deforestación debido a la tala impulsiva de bosques; explotación excesiva de los recursos naturales; minería agresiva y tóxica; uso extremo de motores a gasolina y extracción de petróleo indiscriminada. Todo esto ha causado fatales perjuicios ecológicos permanentes.

Por otro lado, el fin del mundo lo sufren los corazones perversos y codiciosos. Los seres egoístas. Lo padecen quienes eligieron el camino de la promiscuidad, la mentira, el odio, la venganza, la ambición y la indiferencia social. Lo viven quienes arman guerras por el petróleo y los que se dedican al narcotráfico esparciendo por el mundo la muerte del alma.

Al parecer, no entendimos a los mayas, quienes con sus profecías, nos indicaron que debemos cambiar o perderemos todo. Somos parte de un organismo único, desde el átomo hasta las grandes estrellas. Ellos predijeron que solo la transformación interior del ser humano puede darnos nuevo sentido a la vida, obtener salud y alcanzar el equilibrio espiritual y solo lo ganaremos integrándonos a la tierra en paz y armonía.

No hay que tener miedo al cataclismo, pero sí conciencia y compromiso con la naturaleza. Evolucionemos nuestra actitud. Seamos mayas. No es una cuestión de raza, sino de espíritu.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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