Así se basan muchas de las normas impuestas por una sociedad salvaje que vuelve a la gente perversa y ambiciosa y en especial a las mujeres convirtiéndolas en prostitutas legitimadas.

El dinero es lo que mueve sus emociones y regocija sus corazones. No importa cómo lo consigan: ilegalmente, engañando, haciendo trampas, robando lo que no les pertenece y pisoteando a sus amigos y hasta su propia familia.
Por lo general son gente desagradecida y bribona. Cometen más que un delito. Legitiman la inmoralidad y el pecado solo con el fin de cumplir un sueño: ¡Tener dinero cueste lo que cueste!
Jordan Belfort es un hombre de la vida real. En su historia se basó la película protagonizada por Leonardo Di Caprio y dirigida por Martín Scorsese: “El Lobo de Wall Street”, la cual he visto varias veces para entender el trasfondo de esa triste condición que revela los más bajos instintos humanos: codicia, crimen, sexo y lujuria.
La esencia de la película es obtener riqueza sin respetar las leyes y disfrutarla extralimitándose moralmente: abusando de las drogas, prostituyéndose y robando. En la cinta endiosan el dinero, la cocaína, el crack y la heroína. Se consagran a los estupefacientes como si fuesen el mejor estímulo para tener la fortaleza de alcanzar la cima.
No conozco a Belfort ni lo quiero conocer. Él es el ejemplo de esos individuos que fingen respetar la ley pero descaradamente la violan con la idea de que ser millonario es un privilegio que otorga la libertad de la nación. Argumentan que la felicidad es un derecho constitucional, pero, al parecer, lo hacen sin respetar la felicidad ajena, ni siquiera la de sus descendientes.
Ese tipo de películas son las que han influenciado a los niños y jóvenes para cometer atrocidades, como lo hizo Elliot Rodger, el hijo de Peter Rodger, que fuese director asistente de la película “Juegos del Hambre”, quien recientemente protagonizó una matanza en Santa Bárbara, California, argumentando que era el “pago por la soledad, rechazo y deseos no cumplidos”. Elliot lo justificó en un video el cual subió a YouTube, diciendo que siempre fue ignorado por las chicas.
En este caso, el joven de 22 años, ambicionaba poder dominarlas. Tener plata, mujeres y poder son los sueños obscenos que promueve y diviniza Hollywood a través del cine, con personajes macabros, envidiosos e insaciables.
Un ejemplo son las hermanas Kardashian, jovencitas sin cultura ni educación quienes se han vuelto famosas haciendo reality shows basura. Son ejemplo de la decadencia humana. Mujeres que pretenden conseguir un reino casándose con hombres ricos y poderosos, a los cuales les arrebatan el dinero y la dignidad, sin el menor recato.
Así se basan muchas de las normas impuestas por una sociedad salvaje que vuelve a la gente perversa y ambiciosa y en especial a las mujeres convirtiéndolas en prostitutas legitimadas.
Muy pocos de esos personajes hollywoodenses es un héroe ni un ejemplo a seguir. Pocos merecen aplausos porque consiguen el dinero a costa de lo ajeno y ocasionan la desilusión de seres que confiaron en esos personajillos que son verdaderos lobos hambrientos de la vida cotidiana. Ellos no merecen loas, sino nuestro desprecio.
Belfort es la figura gráfica de los ambiciosos cuyo afán es acumular riqueza a costa de los demás, por eso no debemos exaltar a corredores de bolsa como él, ni a los banqueros que arruinaron la vida de muchos estadounidenses al mantenerse cómplices de la llamada burbuja inmobiliaria; mucho menos nos corresponde premiar con nuestra admiración a criminales como los narcotraficantes de las telenovelas.
El mejor dinero ganado es el que se consigue trabajando honestamente y no se le arrebata a quien confía en nosotros. Los lobos hambrientos de la vida cotidiana no son héroes sino bazofia humana que andan por ahí acechando para arruinar las vidas ajenas.
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