Secretos de curas que destilan malos olores

En el escandaloso libro de Gustavo Álvarez Gardeazábal, «La misa ha terminado», el escritor colombiano hurga en la pestilente olla podrida de la Iglesia Católica, sacando olores que muchos quieren esconder con ambientadores caseros.

La misa ha terminado

Novela provocadora, irreverente y agresiva que permite mirar en perspectiva las múltiples variantes de la condición humana. Se encuentra en AMAZON.

Para mí la fe no es negociable. Nunca he dudado de la existencia de una energía universal que, de acuerdo a lo que creo, es Dios mismo. Ni siquiera en los momentos más vergonzosos de la Iglesia Católica en las últimas décadas, ni estudiando el horripilante protagonismo de ciertos jerarcas en la historia de la humanidad, pasando por la Inquisición al mando de Torquemada y la degenerada familia Borgia.

Hipocresía, crimen, complicidad, envidia, codicia, lujuria y otras bajezas humanas, hacen parte de la vida de algunos “representantes de Dios en la tierra”, lo cual demuestra que son individuos con debilidades e imperfecciones y no omnipotentes, como quieren hacerles creer a los parroquianos.

El escritor colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal, a quien se conoce más por el apellido de su madre, no solo levanta la tapa de la olla podrida, sino que, con el cucharón, hurga en la sopa sacando feos olores. Con su libro “La misa ha terminado”, usando un vocabulario directo, expone con severidad y crudeza la crisis moral de la Iglesia, mostrando a ciertos curas como lo que son, pecadores mundanos.

En esta radiografía Gardeazábal transita por la fina línea entre la ficción literaria y la realidad que vive la Iglesia, introduciéndonos en la fétida vida de algunos clérigos que usan los seminarios, templos y sacristías como refugio para encubrir sus bajos instintos. En parte por esa confabulación la institución está infectada de pedófilos.

El autor narra la relación homosexual de una pareja de sacerdotes cuyas vidas se cruzan por las causalidades del destino y paralelamente cuenta las intrigas y el meretricio eclesiástico de ciertos obispos y hasta de cardenales, lo cual hiere susceptibilidades tras los muros vaticanos, porque sus relatos están relacionados con altos prelados colombianos y hasta con el mismísimo Papa Francisco y su postura contra el homosexualismo en el seno de la iglesia.

Hice dos lectura de “La misa ha terminado”. La primera avergonzado, casi agazapado, porque escuché escandalosas críticas que lo calificaban de libro pornográfico. Es fuerte pero no llega a ser vulgarmente obsceno.

Lo leí por segunda vez, superando los traumas traídos del pasado. Todo se debe a que, siendo adolescente, descubrí la obra literaria de José María Vargas Vila (1860-1933), otro polémico escritor colombiano censurado porque supuestamente era “defensor del pecado” y quien se ganó un lugar en el Índex Librorum Prohibitorum (Índice de libros prohibidos) que la Iglesia Católica calificó como perniciosos para la fe, reprobación que perduró hasta 1966, cuando Pablo VI resolvió eliminarla.

Por décadas la censura siguió implícita y Vargas Vila no se vendía libremente, lo cual encendió mi curiosidad y leí su obra completa, de manera “clandestina”. Gardeazábal tiene el privilegio de escribir en un periodo de más libertad. En tiempos de la inquisición no se le habría acusado de hereje, sino de ser un emisario del propio demonio y hubiese tenido su hoguera particular, quemándolo al lado de las brujas.

El libro de Gardeazábal, «La misa ha terminado», no es una proclamación de la herejía sino un registro histórico de una verdad que no se puede ocultar y aunque algunos lo vean sacrílego, es ficción calcada de la realidad.

Quizás en algunos párrafos blasfemó cuando uno de los personajes sodomizó a Cristo con sus pensamientos. Son excesos que se les excusan a los escritores aunque los católicos recalcitrantes y beatos no se lo perdonarán jamás.

Muchos jerarcas creen que protegen la inmundicia insultando y amenazando a Gardeazábal, escritor que a través de su vida le ha importado un bledo lo que digan de él. Ni siquiera escondía su homosexualidad cuando muchos se ocultaban en el clóset.

Subrayo la lúcida pluma de mi admirado amigo aunque le reprocho no destacar más a los curas buenos que también tiene la Iglesia. Comprensible, porque a la luz de sus letras Gardeazábal no es creyente.

El libro deja un sabor agrio sobre estos tiempos espinosos que atraviesa el catolicismo, lo cual está vaciando los templos y permite que otras religiones sonsaquen feligreses o individuos perversos los inciten a seguir los mismos pasos pecadores de casi todos los personajes de “La misa ha terminado”.

En mi caso, el libro no me aleja de la fe. Me abre más los ojos y por el contrario, me entusiasma a seguir luchando para que otros seres humanos puedan alcanzar la paz espiritual y sus vidas sean más útiles.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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