Daniel Ortega, ¿una nueva dictadura?

Dora María salió triunfante, mientras a Ortega le faltó tacto y visión política, no sólo ignorando la protesta, sino amenazando con expulsar a diplomáticos porque supuestamente se inmiscuyen en asuntos internos.  Ortega actúa como un dictadorcito en ciernes, pero la paciencia se agotó.

Daniel Ortega una nueva dictadura
Daniel Ortega y Dora María.

El régimen cree que al mantener una ley de hielo está ganando, pero en realidad propicia el comienzo del fin del respaldo popular. Un pueblo frustrado por una verdad irrefutable: un gobierno que no ha solucionado los males del país: la carestía, la pobreza y el hambre; una administración que juega sucio y antidemocráticamente, arrojando a Nicaragua hacia el abismo de una hecatombe colectiva para encubrir su incapacidad. 

Cuando el pasado 16 de junio, la ex guerrillera y ex ministra de salud Dora María Téllez, abandonó la huelga de hambre después de 13 días, no fue vencida por la aparente apatía de ciudadanos insensibles, ni por la indiferencia de funcionarios que dan señales de inmoralidad. Tampoco se puede malinterpretar a Dora María suponiendo que se rindió, por el contrario, ganó la primera batalla de una dura lucha por denunciar lo que está ocurriendo en ese país, encaminado hacia lo que muchos sospechan será una dictadura institucional, que sin lugar a dudas, tiene un mal consejero, el bufón de América, Hugo Chávez.

Dora María es recordada por ser la comandante Dos, jefa política del grupo que asaltó, en 1978, el Palacio Nacional en Managua, sede parlamentaria del gobierno de Anastasio Somoza y encabezó las fuerzas insurgentes que liberaron la ciudad de León en 1979.

En la huelga de hambre, ella dio un ejemplo de grandeza y patriotismo, mientras su antiguo camarada, Daniel Ortega, demostró ser un estadista pequeño, que ignora la democracia, evade el diálogo y confirma los rumores de un pacto sucio con antiguos enemigos de él.

En mayo Ortega advirtió que ciertos partidos serían revisados porque no cumplían los requisitos de Ley. A comienzos de junio cancelaron la personería jurídica al Partido Conservador y al Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), conformado por disidentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional –FSLN-. Fueron inhabilitados para participar en las elecciones municipales del próximo 9 de noviembre y en las presidenciales de enero de 2011.

¡Que malo es para una nación un gobierno sin oposición!

Pero, ¿quién aconseja a Ortega o se oculta detrás de esas jugadas sucias? Además de Chávez, quizás haya otra cabeza astuta en las mismas entrañas de la dirigencia nicaragüense. Algunos la califican de mente maquiavélica. Aseguran que Ortega no tiene imaginación para organizar una dictadura como la que aparentemente se perfila en Nicaragua. Dicen que uno de los estrategas es un ex miembro de las juventudes Somocistas, Arnoldo Alemán, responsabilizado por dividir al Partido Liberal, lo que ayudó al triunfo de Ortega (No digo del FSLN, porque al final, no fue ese partido el que ganó).

Alemán, condenado por actos de corrupción en contra del pueblo nicaragüense y en una rara detención que le permite moverse por el país, al parecer sigue manipulando los hilos del poder cuidando los beneficios de un pacto escabroso, tejido desde las propias trincheras de la corrupción, que le permitiría salir libre en un futuro inmediato. Ese pacto controla subrepticiamente las instituciones del Estado, desde donde sus aliados ejecutan acciones ilegítimas: las cortes, la Asamblea Nacional y hasta el mismísimo Consejo Electoral. El plan es garantizar una reelección indefinida como en Venezuela.

Dora María no sólo protestó para obligar a Ortega a restablecer la democracia y reactivar los partidos políticos revocados, sino que ayunó exigiendo un acuerdo nacional a favor de frenar el alto costo de la vida. Ella, como muchos nicaragüenses, no soporta la bazofia política y la indiferencia del gobierno hacia los necesitados, aunque el lema de Ortega es “arriba los pobres del mundo”. ¿Y los de Nicaragua?

Dora María salió triunfante, mientras a Ortega le faltó tacto y visión política, no sólo ignorando la protesta, sino amenazando con expulsar a diplomáticos porque supuestamente se inmiscuyen en asuntos internos.  Ortega actúa como un dictadorcito en ciernes, pero la paciencia se agotó.

El pueblo Nica volvió a despertar, como lo manifestó respaldando a Dora María. Es un pueblo que no olvida al Sandinismo cuando llegó al poder, derrocando al imperio despótico de Somoza y, sin lugar a dudas, no quiere cometer los errores del pasado.

Los nicaragüenses rompieron el miedo y parecen dispuestos a seguir luchando, junto a Dora María, con las mismas armas que ganó su más reciente batalla: la palabra y la protesta pacífica, una combatividad sin violencia.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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