El talante audaz de un joven llamado Javier Báez, de convocar a una marcha virtual en contra de la reelección de Daniel Ortega en Nicaragua, demostró que no toda la gente está dispuesta a dejarse manipular.

La falta de memoria lo hizo olvidar que su bandera fue el sandinismo y que con esta se derrotó en 1979 la sangrienta dictadura de Anastasio Somoza.
Daniel Ortega está pisoteando no solo los ideales de su partido, sino la libertad de un pueblo que ya no lo quiere más en el poder.
El anuncio de su candidatura el 26 de febrero, por parte del FSLN, no sorprendió, pero confirmó la existencia de una ladina maquinaria que está a su servicio para lograr una segunda reelección y un tercer mandato presidencial.
Ortega lo logró violando la Constitución, la cual fue reformada para su beneficio por 6 magistrados de la Corte Suprema, títeres de él, y no como debería de ser por la Asamblea Nacional.
Vale recordar que en enero de 2007, Ortega se convirtió en gobernante de Nicaragua, con un irrisorio caudal electoral de solo el 38% de los votantes y por un pacto perverso con un ex presidente cuestionado como lo es Arnoldo Alemán.
Este atrevido abuso de poder deja un sabor amargo en las democracias de Latinoamérica y nos pone en relieve un sistema enfermo.
Sin lugar a dudas, detrás está Hugo Chávez que, en su mente torcida financia la corrupción en los países que le siguen la corriente, para extender el socialismo del siglo XXI.
Nicaragua es uno de los países más pobres de América Latina y esto es un elemento que usa el aspirante a dictador, haciendo promesas ilusorias, adulterando la realidad y apropiándose del destino del pueblo. Pero el pueblo no es bobo como los orteguistas creen. Tampoco está tan adormecido o cansado de las trampas políticas, que no le permita reaccionar y ver con claridad que hay un engaño.
Por lo menos, el talante audaz de un joven llamado Javier Báez, de convocar a una marcha virtual en contra de la reelección, demostró que no toda la gente está dispuesta a dejarse manipular.
Báez alentó, a través de Facebook y Twitter, a rechazar la reelección en su país. Usó el mismo sistema que derrocó al gobierno de Egipto y está a punto de cambiar el destino de Libia. Él logró reunir en la Internet a más de 16.400 participantes el día anterior al anuncio de la candidatura de Ortega.
Los mercenarios cibernéticos lo atacaron e insultaron, pero el joven no se rindió y su movimiento cívico, al cual en un principio los medios de comunicación le dieron poca importancia, ha alentado a otros nicaragüenses a protestar y a no dejar que le sigan dando atole con el dedo.
Las elecciones en Nicaragua son el 6 de noviembre y todavía tienen opción de reflexionar, sobre el Ortega represor de las libertades ciudadanas y de prensa, causante de una crisis económica profunda y un clima inestable político y diplomático. Si ahora es intransigente, imagínense otro período gobernando. Será la vigorización de una revolución que convertirá al país centroamericano en una dictadura peor que la vivida en la época de Somoza.
Quienes han criticado la marcha virtual argumentan que no tiene efectos reales, porque nada evitará que Ortega siga con su plan, pero es un esfuerzo genuino de líderes honestos para vencer a quien pretende quedarse en el poder de manera inconstitucional e ilegítima.
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