Sandrita, como cariñosamente le llama el aprendiz de dictador Chávez, planea gobernar al estilo de la revolución Bolivariana venezolana. ¡Prepárense!

Los pueblos latinoamericanos han sido olvidadizos y amnésicos. Por eso cuando surgen falsos mesías caen fácilmente en las trampas de la demagogia y en el momento en que les llega el arrepentimiento ya es tarde.
Así ocurrió con los nicaragüenses y Daniel Ortega, los venezolanos y Hugo Chávez y de cierta forma con los ecuatorianos y bolivianos, al elegir a Rafael Correa y a Evo Morales, respectivamente.
Como en todas partes se cuecen habas, les voy a narrar el cuento de una primera dama centroamericana que se adueñó del gobierno usurpando la posición de su marido. Aprovechó el presupuesto oficial para construir una base electoral con el fin de prolongar su mandato, porque algunos aseguran que ella es el poder sobre el poder.
Se ganó la simpatía de muchos de sus paisanos regalando comida para los pobres, a través de las “Bolsas Solidarias”. También, en el programa de gobierno “Mi Familia Progresa”, que entrega alrededor de 40 dólares por cada hijo que los padres manden a la escuela. El funcionamiento de este plan estatal creció del 8% al 40% en el último año. Aumentó en época preelectoral.
Pagar por los hijos que van a la escuela ha provocado que muchachitas opten por quedar embarazadas para recibir el dinerito pícaro, que por demás, se entrega en efectivo sin fiscalización abierta.
La protagonista de esta burla se llama Sandra Torres, la encarnación misma de la vergüenza política, que para rematar el descaro e inmoralidad resolvió, en una falsedad revestida de patriotismo, trampear la Constitución Política, para lanzarse como candidata a la presidencia de Guatemala. Se divorció del actual presidente y así eludió la prohibición en la Carta Magna, de no aspirar a cargos públicos si tiene un grado segundo de afinidad con el mandatario.
Su marido, Álvaro Colom, un poco pusilánime para mi aceptación como líder, explicó a sus partidarios que él “sacrificaba su matrimonio” por el futuro de Guatemala. No es chiste. Es en serio. Ambos dicen que la gente se los pidió a gritos. Hasta hubo recolección de firmas de parte de los alcaldes y correligionarios del partido para “probar” el deseo popular.
No solo están usando los recursos del Estado, sino que, con el fin de garantizar el triunfo en las elecciones de septiembre próximo, podrían estar aceptando la injerencia extranjera.
¿Quién está detrás de esta patraña del divorcio y la candidatura de la primera dama? Les voy a pasar un dato: su más fuerte contendor, el General Otto Pérez Molina, me aseguró que hay rumores de que la campaña de Torres está siendo apoyada por Hugo Chávez.
Sandrita, como cariñosamente le llama el aprendiz de dictador Chávez, planea gobernar al estilo de la revolución Bolivariana venezolana. ¡Prepárense!
Ella es un revolucionaria de carrera. No es ningún angelito de la guarda que reparte comida en bolsas. Fue activa militante de la guerrilla comunista en la guerra civil guatemalteca que finalizó con un acuerdo de paz en 1996.
Sandra Torres ya saboreó el aroma del poder. Siempre lo ha ambicionado y maniobra su maquinaria para seguir engolosinando con miserias a un pueblo hambriento de comida, educación, salud y seguridad.
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