La conspiración del Supra-Poder

El concepto de libertad en los Estados Unidos es relativo y está supeditado a los intereses de la industria energética y petrolera, respaldados por la milicia, que tiene sus propios beneficios en la carrera armamentista.

Jhon F JKennedy
Jhon F JKennedy.

John F. Kennedy denunció en abril de 1961: «Sus preparaciones se ocultan, no se publican. Sus fallos se entierran, no son titulares. Sus disidentes son silenciados no alabados. No se cuestionan sus gastos, ningún secreto es revelado”.

Muchos jóvenes no tienen en su memoria el valor histórico del General Dwight D. Eisenhower, quien fue el presidente número 34 de los Estados Unidos.

Desde que entregó el poder a John F. Kennedy, ciertos pasajes de su gestión fueron olvidados o sepultados y solo se destaca su heroísmo y acción en la Segunda Guerra Mundial donde fue Comandante Supremo de los Aliados en Europa.

Pero, hay algo trascendental que Eisenhower reveló en la televisión cuando se despidió de su cargo en enero de 1961, hace 54 años, lo cual fue quizás encubierto en esta tierra que se jacta de ofrecer y amparar las libertades del mundo.

Yo, estadounidense por adopción, un país por el cual juré lealtad, tengo la obligación de recordarle a los ciudadanos de esta nación y del mundo, el preciso momento en que Eisenhower alertó a sus compatriotas del peligro que corría la humanidad frente al supra-poder secreto.

Eisenhower, entre otras revelaciones dijo: “Nos hemos visto obligados a crear una industria armamentista permanente de inmensas proporciones. La total influencia económica, política e incluso espiritual se deja ver en cada ciudad, en cada cámara legislativa, en cada despacho del gobierno federal”. Él advirtió que debíamos “protegernos de las influencias injustificadas, ya sean buscadas o no, por parte del complejo industrial militar. La posibilidad de un aumento de poder desastroso e inapropiado, existe y persistirá”.

Los ciudadanos estadounidenses y de otras naciones fueron condenados a pagar un costoso precio cobrado por los que viven de la guerra. En cinco décadas, después de esas frases premonitorias, miles de soldados han muertos (especialmente minorías, como los afroamericanos y los inmigrantes indocumentados) y millones de civiles han sido masacrados en pro de la libertad, en guerras planeadas y por razones inventadas e inexistentes.

Es necesario recordar el pasado olvidado. Para los historiadores es más sensible rememorar a los judíos asesinados por los nazis y los crímenes cometidos contra los afroamericanos en la segregación, que enseñar en las escuelas, además, que Eisenhower advirtió sobre un gran complot de la industria militar en el Estado, que llevaría al mundo a librar muchas batallas, algunas sin fin.

Aunque suene a elucubraciones conspirativas, Eisenhower estaba en sus cabales y señaló a los culpables. La historia no puede borrar sus palabras y ha sido evidente, que después de esa advertencia fatal, los verdaderos traidores lograron su objeto con guerras malvadas: Vietnam, Guerra del Golfo, Guerra contra el terrorismo con todas sus consecuencias y la inútil guerra contra el narcotráfico.

Aquí lo vergonzoso, y lo recalco, es la confabulación del pueblo estadounidense al guardar silencio, porque ser “buen americano” es ocultar, mentir y ser cómplice por omisión o acción de los actos malos del gobierno de turno o de las fuerzas oscuras que están detrás de él, justificándose en que protegen la seguridad nacional. El resto son señalados de traidores.

Para evitar que se conozca la verdad, hay una coacción encubierta que persigue, anula o pone en duda la credibilidad de científicos, investigadores y periodistas, cuando intentan revelar hechos que pudiesen comprometer la patraña del poder detrás del poder. Algunos han muerto y otros son rotulados como locos.

El concepto de libertad en los Estados Unidos es relativo y está supeditado a los intereses de la industria energética y petrolera, respaldados por la milicia, que tiene sus propios beneficios en la carrera armamentista.

Es la misma máquina bélica de la cual también habló John F. Kennedy, cuando en un discurso del 27 de abril de 1961 (Tres meses después de Eisenhower), advirtió sobre el peligro de las sociedades secretas: “Se trata de un sistema que ha reclutado gran cantidad de recursos materiales y humanos, en la construcción de una bien unida y eficiente máquina que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparaciones se ocultan, no se publican. Sus fallos se entierran, no son titulares. Sus disidentes son silenciados no alabados. No se cuestionan sus gastos, ningún secreto es revelado”, denunció Kennedy aquella vez.

Muchos creen que su muerte fue porque estaba decidido a enfrentar a esas mafias militares y económicas. Roguemos que Barack Obama tenga la misma valentía de Eisenhower y Kennedy, destape los secretos y sobreviva en el intento.

Dios nos proteja de una tercera guerra mundial que pudiese estar gestándose entre Rusia, China y los Estados Unidos, o de cualquier otro conflicto inventado o creado para seguir estableciendo lo que llaman el nuevo orden mundial.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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