Roguemos para que el pueblo despierte de su letargo y cambie el rumbo de la historia y para que los gobernantes democráticos de Latinoamérica no permitan que se viole y se pisotee el derecho de los ciudadanos de escribir su propio destino.

El primer desprecio que el dictador Hugo Chávez le dio a su pueblo al diagnosticársele cáncer es preferir al sistema médico cubano en vez de los galenos venezolanos.
La segunda ofensa fue desinformar y mantener en vilo la estabilidad institucional de su país ocultando la realidad de la enfermedad, información que obligatoriamente es pública por ser él, presidente de la nación.
El tercero y más vergonzoso ultraje ha sido permitir la intrusión en asuntos internos, por parte del régimen comunista de Cuba, hasta el punto de que los hermanos Castro se convirtieran en guías y consejeros de la transición en Venezuela.
Todos sabemos las tretas usadas en el pasado para llegar a este punto. Desde que asumió su primer mandato en febrero de 1999, elegido por el pueblo que confió en él cansado del pillaje de una clase dirigente corrupta, Chávez fue tejiendo la red para no volver a entregar la presidencia. Escribió su propia constitución y se apoderó de los puestos más vitales del gobierno, usando la democracia como método y escudo, lo cual permitió que se atornillara al poder.
Muchos venezolanos saben que compró conciencias de militares, negoció con narcotraficantes, repartió dinero del pueblo a sus aliados en Latinoamérica y engañó a la gente ofreciéndole un falso futuro progresista, mientras la pobreza y la delincuencia prosperaron de forma galopante.
Todos conocemos ahora que vendió su patria al comunismo internacional, profanó el nombre del Libertador Simón Bolívar y permitió que gobernantes extranjeros decidieran el futuro del país.
Varias cumbres se realizaron desde hace meses en La Habana, las cuales habrían servido para estudiar pasos a seguir. Uno de estos caminos es que el presidente de la Asamblea Nacional, el ex teniente golpista Diosdado Cabello, asuma el poder. Dudo mucho de esta teoría porque no es de los preferidos de los hermanos Castro, aunque podría ser una estrategia de ellos para equilibrar el futuro apoyo a la decrépita economía cubana.
Dicen que Cabello es más chavista que Chávez y esto les garantizaría que la revolución bolivariana continúe, lo que arrebata la esperanza a las personas que desean superar y olvidar este oscuro período de la historia venezolana.
Otro punto de la agenda discutida en la isla fue preparar una estrategia con el fin de burlar la ley y aplazar subrepticiamente la convocatoria a elecciones, interpretando a su manera la Constitución. El plan es adecuar el terreno para el continuismo, avalando la candidatura de Nicolás Maduro, el actual vicepresidente ejecutivo.
Asimismo se planteó imitar el Status Quo de Cuba, donde se mantiene en secreto la salud del líder Fidel Castro para que el pueblo crea que sigue aportando ideas.
De acuerdo a fuentes cercanas al gobierno, en la última reunión, llevada a cabo la primera semana de enero, acordaron que, para justificar parte de las maniobras que ejecutarán, acusarían a la oposición y a la prensa extranjera de generar una “guerra sicológica” con el propósito de “desestabilizar el país” y que por esa razón se tomarían decisiones que garanticen el respeto a la “voluntad popular expresada en las elecciones presidenciales de 2012”.
Mientras tanto, los ciudadanos y la comunidad internacional viven en la penumbra ante la farsa oficial. La mentira y la patraña rodearon la vida de Chávez y ahora su enfermedad se está convirtiendo en un melodrama de misterios e intrigas que tienen al borde del colapso institucional a la nación.
Chávez eligió a Cuba para su tratamiento porque solo allí podía sustentar y nutrir el engaño. Los Castro son expertos en falsear la verdad y desinformar, convirtiéndose en diestros maestros de ese estilo de gobernar en ciertos países de América Latina.
Lo absurdo es que una gran mayoría del pueblo venezolano cree en las mentiras a ojo cerrado y está decidido a custodiar al dictador hasta la tumba, alabándolo y transformándolo en un falso héroe.
Quizás la bacteria que le causó la severa infección pulmonar y que lo tiene al borde de ir a rendir cuentas a Dios al cual se acercó al ver la muerte cercana, la hubiera adquirido en un hospital venezolano, pero por la ironía de la vida, la consiguió en las lúgubres habitaciones del sanatorio cubano, por las malas condiciones higiénicas del lugar y por la desidia de los doctores a quienes les confió su salud, su destino y el de su patria.
Sin proponérselo ni desearlo, los venezolanos viven una tragicomedia, donde los actores son egoístas y ambiciosos.
Roguemos para que el pueblo despierte de su letargo y cambie el rumbo de la historia y para que los gobernantes democráticos de Latinoamérica no permitan que se siga violando y pisoteando el derecho de los ciudadanos de escribir su propio destino.
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