No toda la izquierda es maña

La Colombia de hoy, a pesar de los malos modelos de otros gobernantes y de la violencia guerrillera, es un ejemplo para Latinoamérica de madurez política y estaría a la puertas de cambiar su hoja de ruta.

La izquierda merece una oportunidad

Cuando se pronuncia la palabra izquierda en la política latinoamericana, el hígado de muchos poderosos comienza a segregar bilis como si hubiesen tragado kilos de chicharrón de cerdo.

Inmediatamente asocian el vocablo al comunismo, a la guerrilla y a los delitos de secuestro, extorsión y asesinato. 

Cuando se necesita desprestigiar a un candidato, lo primero que usan sus enemigos, como caballito de batalla, es acusarlo de ocultar doctrinas marxistas. 

Recuerdo la andanada de propaganda negra que le hicieron a Mauricio Funes en El Salvador, cuando aspiraba a la presidencia. Yo repetía que le dieran oportunidad de gobernar, porque no todos los que militan en la izquierda son malos y tampoco todos son mañosos. 

Funes ha resultado ser un mandatario equilibrado, mesurado y que le da más que esperanza a los salvadoreños. Hay seguridad de un futuro más justo. 

América Latina está dando un giro a la izquierda desde hace un poco más de un lustro y la culpa, si es que existe, es de la pésima administración de dirigentes corruptos e ineficaces, que se aprovechan del poder para enriquecerse, olvidando sus obligaciones. 

Antes de que me acusen de ser “agente” del castrismo o chavismo, aclaro que cuando he escrito de las barrabasadas de Chávez en Venezuela o de Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia, lo hago y me atribuyen ser “agente” de la CIA. En política, en religión y en fútbol, es difícil darle gusto a todos. 

Esta diatriba es para sugerirles a los colombianos, en especial a quienes residen en la capital, que no teman considerar a un ex guerrillero como alcalde de Bogotá. En este caso es Gustavo Petro a quien conocí en las montañas de mi país, cargando él un fusil como insurgente del Movimiento 19 de abril –M19- y yo una libreta de periodista. Aunque tuvimos enérgicas diferencias ideológicas, siempre creí que era un rebelde en el lugar equivocado y que llegaría a servir al país pacíficamente. 

No juzgo si erró en sus años en el monte echando bala contra sus mismos compatriotas; lo que sí recuerdo de él, es su convicción e idealismo social, soñando una nación justa y en concordia. Petro, economista de 51 años, en el pasado fue impulsor de otros alcaldes como Antanas Mockus, quien hizo buena gestión por Bogotá, pero hoy se ha unido a la candidata Gina Parody, con quien no comulgo mucho. Todavía no han resuelto quién de los dos irá a las urnas. Si es Mockus, no niego que también me agrada. 

El otro candidato en mi abanico es Enrique Peñalosa, un antiguo vecino de mi barrio, a quien admiro igualmente porque él fue uno de los que renovó la capital colombiana. Lo incómodo es que lo apoya Álvaro Uribe, que todavía debe explicaciones a mis paisanos. 

No teman darle un voto de confianza a hombres como Petro, quien, aún con su carga revolucionaria de antes, es humano, sensible, académicamente preparado y tiene ánimo de reconstruir la ciudad que en el pasado solo se gerenció para ricos. 

La Colombia de hoy, a pesar de los malos modelos de otros gobernantes y de la violencia guerrillera, es un ejemplo para Latinoamérica de madurez política y democracia, y estaría a las puertas de cambiar su hoja de ruta. ¿Para bien o para mal? 

Invito a mis paisanos a reflexionar: no toda la izquierda es mañosa.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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