Témanle al ilusionismo más que al ilusionista

El comunismo funciona a manera de religión y no de ideología. Enseña que la justicia social comienza con la distribución “equitativa” de la riqueza, lo cual no sería tan malo si fuese verdad, pero con ellos el pueblo es más pobre y los gobernantes más ricos.

Banderas de Venezuela y Cuba

Como los cubanos en el café Versalles de Miami, los venezolanos exiliados en el sur de la Florida se preparan para quemar pólvora y celebrar la inminente partida del dictador Hugo Chávez.

Pero, lo que no saben, ni los unos ni los otros, es que la desaparición de Fidel Castro o del cabecilla de la revolución bolivariana, traerá más problemas que soluciones tanto para la isla, como para el otrora rico país petrolero de Suramérica.

Desarraigar el comunismo, incrustado en la médula de la nación, desde el sistema educativo, la salud, la burocracia neo-burguesa, hasta persuadir a las fuerzas armadas que apoyar a Chávez ha sido el peor error histórico de su historia, será tan difícil como extirpar la malignidad de los tumores que, supuestamente, han ido diezmando la energía y fortaleza del perturbado líder.

Tanto Chávez en Venezuela como Castro en Cuba, son expertos populistas que generan antipatía con lo que llaman imperialismo y propagan miedo en el pueblo advirtiéndole a la gente que los capitalistas les quitarán sus derechos y que un golpe de Estado es una amenaza latente.

Llegaron al poder prometiendo equidad, justicia y seguridad, pero la realidad es otra. La gente aguanta hambre, perdió libertades individuales y ciudadanas y soporta un aumento de la criminalidad que en Caracas, por ejemplo, llega a índices insostenibles.

Quisiera ser menos pesimista y vaticinar que al desaparecer el ilusionista Chávez nadie podrá sustentar su mentira disfrazada, ni siquiera Nicolás Maduro, un ex chofer de bus, que ejerce como Vicepresidente y quien aparenta ser un hombre sereno y pacífico. Del agua mansa mi libre Dios que de la brava mi libraré yo. Maduro es más calculador que Chávez, quien es arrebatado y delirante, por lo tanto hay que temerle a sus movimientos y jugadas. Por algo delegó semejante carga en él.

La llamada “boli-burguesía” no soltará el hueso del poder por muchos años y cuando el pueblo despierte, si llegase a hacerlo, los daños serán irreparables.

Venezuela y Cuba tardarán décadas en volver a recuperar la economía, la producción agro-industrial, erradicar el narcotráfico incrustado en el poder y reencauzar a la juventud para que sepan que la doctrina comunista caducó y que es perjudicial para las sociedades modernas. Las nuevas generaciones deben aprender que los valores humanos no están cimentados en el odio y el resentimiento social.

Irónicamente el comunismo funciona a manera de religión y no de ideología. Es un culto que se basa en conceptos arcaicos, comenzando por inyectar veneno antiimperialista en escuelas y universidades, enseñando que la justicia social comienza con la distribución “equitativa” de la riqueza, lo cual no sería tan malo si fuese verdad, pero en el comunismo el pueblo es pobre y los gobernantes ricos. Arrebata libertades. Se apodera de los bienes y el patrimonio y hasta del espíritu de las personas que subsisten subyugadas a órdenes del tirano de turno.

Todo eso lo hizo Chávez en las bases populares de Venezuela, siguiendo los parámetros que le enseñó y le aconsejó Castro. En Cuba está enquistado en los genes de la gente, que ha tolerado más de 50 años de dictadura. Modificarlo podría tardar décadas.

Recuerden lo que les digo: témanle al ilusionismo más que al ilusionista. En otras palabras, asústense con el poder y la penetración del chavismo más que con Chávez mismo.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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