Justamente, esas ínfulas de grandeza son las que no los deja ver con claridad la crisis actual por la que atraviesa su nación.

Los gringos, por décadas, se han ganado la fama de ser arrogantes y egoístas. Tal vez sea por su forma de actuar, desconociendo al resto del mundo.
Para muchos de ellos sólo existe Estados Unidos de América. Se apropiaron del gentilicio “americano” y creen que del río Grande para abajo, todos somos mexicanos.
Me decía un amigo criticón que le molesta oír a los estadounidenses cuando usan el adjetivo posesivo MI (mi país). Yo le repliqué que con esa seguridad en sí mismos es que han convertido a ésta, en una nación grande. Dice él que se creen de una raza superior.
Justamente, esas ínfulas de grandeza son las que no los deja ver con claridad la crisis actual por la que atraviesa su nación.
Un compañero de trabajo, Scott Monaghan, camarógrafo del programa de televisión donde laboro, a quien percibo como un gringo sensato y realista, le preocupa lo que vive él como estadounidense. Sus paisanos están enseñados a no intranquilizarse mucho por lo que los latinoamericanos siempre nos hemos alarmado: los altos precios y la escasez.
Scott dice que la situación que vive su país, sin que la mayoría la acepte, es una lección que se debe aprender. Es como vivir un “reality check”, una confrontación con la realidad. Afirma que el motor que guiaba la economía mundial era Estados Unidos y ahora es liderado por otras naciones y ante esto, los estadounidenses enfrentarán un nuevo escenario de la economía.
Hemos disfrutado de privilegios excesivos y no los valoramos. Y me incluyo como residente. Tendremos que aprender a no malgastar energía, a no desperdiciar alimentos y no ignorar el hambre del resto del mundo.
A los gringos les gusta lucir carros más grandes y gastadores de gasolina, sin importar el daño que hacen al medio ambiente y ostentan un poderío militar intimidante. Ahora que el galón de combustible avanza de prisa y corriendo a los 5 dólares, comienzan a sentir en su propia piel y su bolsillo lo que muchos de sus vecinos han sufrido siempre; algunos alimentos disminuyen en los supermercados y los altos precios en todos los sectores son alarmantes. El dinero no alcanza para llenar los refrigeradores (la buena noticia es que ya no botarán tanta comida a la basura); las diversiones en la mayoría de familias se han reducido y para muchas, los paseos de fin de semana son irrealizables.
Según mi opinión, además del “reality check”, los estadounidenses enfrentan un “backlash”, contragolpe o sacudida. Es una manera de que conozcan, de primera mano, lo que es sobrellevar penurias, despierten y reaccionen. El “backlash”, se siente en el sistema financiero, inmobiliario y laboral, por consiguiente, afecta directamente la vida cotidiana.
Algo que admiro de la sociedad estadounidense es su capacidad de aguante. ¿Será un acto de orgullo? Mientras en otras partes del mundo la gente sale a protestar por el alto costo de la gasolina, bloquean carreteras como en la frontera entre España y Francia, hacen manifestaciones públicas y reviran furiosamente por la falta de sensibilidad humana de los dirigentes, en Estados Unidos hay un silencio resignado. Algunos que se aventuran a protestar, sólo mandan cartas a los congresistas estatales, como hizo Scott, queriendo ablandar el corazón de los políticos que tampoco se quejan ante el gobierno de manera fuerte, ni defienden los intereses del pueblo que los eligió.
América, como le llaman ellos únicamente a su país, en forma acaparadora, tendrá que aprender esa dura lección sola, con altos costos y secuelas que perdurarán décadas.
Como dijo el emperador romano Julio César, “Alea Iacta Est”, la suerte está echada. A los Estados Unidos le llegó la hora de enfrentar la realidad. Alcanzó el punto de no retorno y los ciudadanos, incluyendo a los inmigrantes, tendrán que afrontar la recesión económica de proporciones incalculables, que podría convertir el dólar en una moneda tercermundista.
Ojalá todo esto ayude a cambiar el pensamiento estadounidense arrogante y egoísta y transforme a su gente en personas humildes y una vez pase eso, como ha ocurrido antes, el país de los gringos renazca como el ave fénix, para que en el resto de América no empeore la pobreza y el hambre.
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