Modelo de morbo social

Los que volvieron famosa a Larissa Riquelme, la usaron como objeto sexual y ella se dejó manosear.

Larissa Riquelme
Larissa Riquelme.

Con el deleite enfermizo de viejos verdes morbosos que avivaron a una joven a hacer actos impúdicos, la prensa deportiva tituló: “Larissa cumplió”.

La muchacha, que no es inocente, explicó que se desnudó ante el diario “Popular” de Paraguay, como «un regalo para los jugadores que dejaron todo en la cancha y para que el pueblo disfrute».

Había prometido que si ganaba Paraguay, ella se quitaría la ropa, pero, lo hizo perdiendo su equipo, mostrando que tenía más ganas locas por hacerse famosa a como diera lugar que compasión por la gente.

Conocida como “la novia del mundial” Larissa Riquelme, de 24 años, es publicitada como modelo, actriz de televisión y teatro y vedette “en sus ratos libres” (?).

Ganó fama cuando su imagen le dio la vuelta al mundo en el empate de Paraguay frente a Italia, porque se acomodó el celular sin sutilizas entre sus voluminosos pechos con venas brotadas como si amamantara a un crío, a sabiendas que serían el foco de las miradas y saciarían los deseos reprimidos de fanáticos y fotógrafos obscenos.

Delirante le dijo a su mamá “esta es una oportunidad para crecer profesionalmente”. A partir de ahí, siendo el foco de atención, con astucia saltó, gritó y lloró, convirtiéndose en la fugaz estrella libidinosa de fogosos hinchas.

Larissa acaparó titulares junto al reputado pulpo Paul, que adivinó con relativa exactitud los resultados deportivos, pero su voluptuosa delantera le ganó al molusco por ser más hábil y ambiciosa que el Octopus. También superó a la periodista Sara Carbonero, quien con lindura y clase, atrajo la atención en las transmisiones televisivas, en especial cuando jugaba España y entrevistaba a su novio Iker Casillas, estrella de la furia roja.

Larissa no fue el bombón más dulce de la tienda, ni la diosa del mundial de fútbol 2010. Tampoco fue una musa como la llamaron y menos la más guapa guaraní. En el certamen futbolero hubo mujeres más despampanantes, pero decentes, que la prensa escandalosa no vio porque tenían senos normales.

Los que volvieron famosa a Larissa, la usaron como objeto sexual y ella se dejó manosear.

Somos culpables los periodistas por promover este tipo de morbo y difundir la codicia y la ambición de jóvenes como Larissa, que ansían fama y fortuna y para conseguirlas son capaces de vender su alma al diablo.

La telenovela “Sin tetas no hay paraíso” mostró un secreto a voces de cómo ciertas colombianas sueñan con ser modelos, actrices o presentadoras de televisión, pero para lograrlo visitan al cirujano plástico antes que manifestar su inteligencia. Generalmente son financiadas por narcotraficantes que las usan como objetos desechables y a pesar de eso ellas se entregan sin moral para alcanzar su meta.

Como las protagonistas de esa cruel realidad, Larissa me dio lástima, igual quienes la vieron como un ícono de feminidad. Ella es una mujer corriente y hasta ordinaria, ciega por la ambición.

Espero que su estilo no se vuelva moda entre las jovencitas porque no es buen ejemplo guardar el celular en medio de los pechos ni querer prosperar con su cuerpo. Las damas no se portan así.

No piensen que soy un hombre recatado y cándido, pero me gustan las mujeres que se respetan así mismas y no permiten ser usadas como un modelo de morbo social.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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