Periodismo a la carta

Un periodista tiene que ejercer el oficio para el bien común, con respeto humano, responsabilidad social y sin complicidad ni marrullería con el gobierno de turno.

Periodismo censurado

Una de las razones por las cuales resolví comenzar a ejercer el oficio de periodista, cuando era adolescente, fue procurar ayudar al progreso y al desarrollo de mi país.

También me propuse ser la voz de los que no tenían voz, siguiendo el ejemplo de un cura que clamaba esa frase en el programa radial “La Voz del Pueblo”, la cual se volvió famosa en Latinoamérica.

Muy romántico, quizás, pero, se los aseguro, es una regla honesta que trato de conservar a pesar de las vilezas que los reporteros nos encontramos en el camino.

Mi primer desencanto lo tuve en Cali, Colombia, cuando un editor de periódico me impidió publicar una noticia denunciando a los concejales que recibían sobornos para permitir instalar negocios de venta de alcohol y cigarrillos en un parque visitado por niños y jóvenes.

Estos mismos ediles rebajaban impuestos y hacían concesiones a la familia dueña del diario, para que operara con permisos especiales otras fábricas, a pesar de que contaminaban el ambiente de la región.

La decepción más reciente fue al escribir de Álvaro Uribe, quien tiene un escuadrón de defensores gratuitos, el cual no permite que se revelen las suciedades de su gobierno y entonces, ciertos medios, no publican mis columnas. Eso es censura.

En cambio, si escribo de las barrabasadas de Hugo Chávez, Fidel Castro, Daniel Ortega o alguno de esos aspirantes a dictadorcitos izquierdozos de Latinoamérica, el artículo es popular. Eso es conveniencia.

Lo irónico es que los protectores de Uribe creen que al hacerlo combaten al comunismo, pero no reconocen que favorecen otro tipo de delitos. No por hacer cosas buenas se le deben perdonar las malas a ningún gobernante.

El periodismo no puede ser servido a la carta para favorecer intereses particulares, políticos, religiosos o económicos.

Un periodista tiene que ejercer el oficio para el bien común, con respeto humano, responsabilidad social y sin complicidad ni marrullería con el gobierno de turno.

¿Por qué ocultamos que un presidente manipula leyes para seguir en el poder? ¿Desde cuándo debemos hacernos los de la vista gorda en el momento en que utilizan la democracia para aferrarse al cargo? ¿Por qué encubrimos la avenencia de autoridades con el narcotráfico o dejamos de informar sobre los crímenes de Estado argumentando que un mandatario es la esperanza de una nación, cuando la realidad es que favorece a una minoría de ricos, mientras la mayoría de pobres se perjudica?

Temo que el oficio de periodista está infectado por la conveniencia. Por las verdades a medias para tapar bazofias o divulgar mentiras completas que dejan utilidades.

La infección comienza en ciertas escuelas donde enseñan a los estudiantes a prepararse para competir y no para servir. El objetivo es la fama y la fortuna.

Es peligroso que el pueblo sólo escuche lo que la prensa dicta y es dañino para la sociedad que se den noticias sesgadas y se guarde silencio ante los abusos.

No debemos consentir que el periodismo pierda libertad, se venda la palabra por dinero al mejor postor y se favorezca a quienes se lucran del poder y de las noticias.

La libertad de expresión es un derecho ciudadano y una obligación del Estado.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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