
Fui al supermercado a comprar arroz porque quería prepararlo con salmón, un platillo que me gusta mucho. Me sorprendí por el precio. Casi no lo compro. Por lo general antes era indiferente, pero ahora me fijo en cada cuenta.
He cambiado porque ya no me alcanza el presupuesto para mis gastos. Los alimentos suben y el arroz está encabezando la lista. Una amiga me decía que no recuerda, en el pasado reciente, una crisis similar. Ha dejado de darse gustitos, como comprar quesos, patés y vinos. ¡Qué elegante ella! Hay gente que ya no compra arroz, harinas y carne.
Yo pienso que es por la gasolina, que rozó los 4 dólares el galón en Estados Unidos. Ella dice haber escuchado que es por los biocombustibles, como el etanol.
¿Y por qué mi arroz con salmón depende del etanol?, le pregunté extrañado. “Porque los agricultores están sembrando para surtir la materia prima del biocombustible”. ¿Cómo pudo llegar esta crisis tan rápido, si ese asunto del etanol, está comenzando? “No sé, pero hay gato encerrado”, me respondió.
Una emisora de Miami avisó que regalaría arroz a los oyentes. Decía que estaba escaso. Suena delirante, pero fue verdad. ¿Cómo puede faltar arroz aquí?, me pregunté. Es peor en otros países de Latinoamérica, donde ese producto básico de la canasta familiar no sólo es el único que escasea, también el maíz y el trigo.
Hay hambre en el mundo, no sólo por pobreza, sino que ahora es por insuficiencia. Esto ha generado manifestaciones en Haití, Etiopía, Egipto, Filipinas e Indonesia y ahora circunda la vecindad; en México y Nicaragua, por ejemplo, hubo protestas por los altos precios de los alimentos y la gasolina.
Día a día se pone peor. De acuerdo a estadísticas, cada cuatro segundos muere una persona en el mundo por hambre. El Banco Mundial anunció que alrededor de 850 millones de habitantes, en más de 30 países, empezarán a sufrir hambre en el próximo año.
Expertos afirman que la causa son los fenómenos climatológicos sobre las cosechas, el incremento de la demanda y el mayor uso de tierras cultivables en la producción de biocombustibles, especialmente trigo, arroz y maíz. ¡Y vuelve y juega el etanol! Quienes están en contra del etanol, se basan en cifras como la de México donde se consumen 30 toneladas de maíz al año y sólo se producen 20. Los que planean producirlo deberían de comenzar a sembrar maíz en otras tierras productivas de Latinoamérica, en vez de utilizar los cultivos ya establecidos y así, además, generarían millones de empleos. Misterios de la economía.
Pero, ¡qué curioso que en estos tiempos que se habla de generar un combustible limpio y más barato, que reemplazaría al petróleo, surgen las noticias de la escasez y el hambre! Mi amiga duda y habla de conspiración de los petroleros. Le digo que no creo que sean tan deshumanizados y permitir que la hambruna se disemine en el mundo por la codicia. Ella me señala que si son capaces de armar guerras por el petróleo, les sería muy fácil propagar el rumor de que la causa del hambre son los biocombustibles.
Si es verdad que hay maquinación, no podemos dejar que nos engañen. Si el etanol es la respuesta económica, pues tampoco debemos permitir que nos crean bobos. Mientras tanto yo preparé mi arroz con salmón, rogando a Dios que no vaya a ser uno de los últimos. Mientras sofreía el pescado me entró un disgusto. Pensé cómo en los Estados Unidos, en restaurantes y residencias, desperdiciamos comida servible en forma vergonzosa, mientras en muchos lugares del mundo la gente se muere de hambre.
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