Una olla a presión a punto de estallar

Para mi neófito entender, la culpa no es del petróleo, sino de la vergonzosa flojedad social y humana de ciertos dirigentes y políticos mexicanos, despreocupados por los pobres que aumentan ante sus ojos todos los días en las calles de las ciudades.

La pobreza y el petróleo - Columna Raúl Benoit

Los niños con cara sin lavar extendieron la mano pidiendo unos centavos para comprar los útiles escolares. Se les notaba el hambre padecida por días, mientras una “señora bien” los miraba con repugnancia y desprecio desde su auto importado que temía se lo mancharan con sus manitas sucias.

Sin una pizca de sentimientos, la “señora bien”, indiferente ante las desgracias ajenas, se volteó hacia una vitrina donde exhibían la última colección de ropa. Cuando el semáforo cambió a verde, la fría mujer arrancó humillante y se perdió en el tráfico inundado por personas igual que ella.

La escena la vi en mi último viaje a México, en una calle del sector de Polanco, mientras en la radio escuchaba la noticia que anunciaba tiempos difíciles para ese país.

El año pasado el presidente Felipe Calderón prometió un plan anticrisis, que pretendía esquivar la recesión severa de América que, como un maremoto, comenzó en Estados Unidos y viajó lentamente hacia el sur desde que ocurrió el colapso financiero gringo causado por robos multimillonarios y abusos en el sistema bancario e inmobiliario.

Al parecer, las medidas de Calderón no dieron resultados y hace pocos días, el propio secretario de Hacienda, Agustín Carstens, hizo el anuncio anticipado: “Se recuperarán economías del mundo en 2010, pero la de México no”.

De acuerdo al gobierno, la razón tiene que ver con la caída de la producción y los precios del petróleo lo cual precipitará la más grave recesión en 30 años. Los ingresos petroleros financiaron el 40% del presupuesto mexicano el año pasado. El gobierno protegió esos ingresos al fijar precios de 70 dólares el barril. “Pero esas garantías no rigen en 2010”, dijo Carstens ante el Senado, hace pocos días.

Para mi neófito entender, la culpa no es del petróleo, sino de la vergonzosa flojedad social y humana de ciertos dirigentes y políticos mexicanos, despreocupados por los pobres que aumentan ante sus ojos todos los días en las calles de las ciudades, revelando que la temperatura está subiendo en el termómetro social, lo cual podría reventar la olla a presión, explotando en la cara de todos los indolentes.

El error también está en el manejo equivocado de la guerra contra el narcotráfico, donde se usan extraordinarios presupuestos militares, desviados desde fondos sociales, lo que está causando un déficit financiero de proporciones incalculables en los sectores más álgidos.

En parte, esos errores y culpas son debido a la ceguera que tienen los políticos concentrados en la pelea por el poder y por eso se acomodan hacia todo lo que creen les va a hacer ganar votos en las elecciones.

Como espectador impávido, el pueblo sobrevive (no vive) aguantando hambre y pasando dificultades para pagar los servicios básicos.

Lo que ninguno de estos “sabios” políticos ha advertido es que la gente se está cansando, generándose una peligrosa inconformidad, que presagia tiempos tormentosos, la olla a presión a punto de estallar.

Lo mismo ocurre en otros países latinoamericanos donde tampoco ninguno de los que gobiernan se percatan del dolor ajeno. Con esta apatía estamos alimentando la irascibilidad de las personas necesitadas.

Obviamente la solución no está sólo en las manos de la “señora bien”, pero la gente como ella, sí se tocase el corazón, podría comenzar a formar una fuerza silenciosa para derrotar la indiferencia.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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