Es mi deber reprochar a los Estados Unidos porque le ha fallado a Latinoamérica. Los empresarios usan la mano de obra y las riquezas de nuestros países como si fuéramos esclavos. Sacan petróleo barato y nos venden gasolina cara. Compran productos básicos de la canasta familiar a bajo precio y nos venden alimentos sintéticos y biogenéticos costosos.

Brayan Soler, un niño de 14 años, que decidió lanzarse a una aventura de 40 días desde Honduras, con el propósito de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos.
Cuando encontré a Brayan Soler caminando sin rumbo en la frontera entre México y Estados Unidos, no me sorprendió que este jovencito de 14 años resolviese, un par de meses atrás, escapar de la pobreza de un pueblo campesino de Honduras, porque las condiciones de vida en su aldea son degradantes y míseras.
A pesar del sufrimiento de casi 40 días, padeciendo frío y calor, hambre y sed, miedo y abusos por parte de adultos incluso de autoridades, Brayan me contó con una sonrisa en su boca cuando un día cazó una guatusa, que es una especie de rata de monte de Centroamérica, la cual vendió por 9 dólares y con ese dinero se lanzó solitario a la aventura de atravesar 2 países, Guatemala y México, para llegar a la frontera con los Estados Unidos.
El niño, ilusionado, cree en lo que le dijeron: los gringos lo recibirán con los brazos abiertos. Sueña cruzar el río Bravo nadando a pesar de que al otro lado no tiene a nadie esperándolo y si sobrevive las autoridades estadounidenses, muy posiblemente, lo deportarán.
Miles de menores de edad como Brayan, algunos en busca de sus padres y otros solos, confían en lo que prometen los traficantes de humanos.
El gobierno de Barack Obama enfrenta una de las peores crisis humanitarias en la historia de la inmigración. La culpa se la echan los republicanos al presidente, mientras él acusa a los republicanos. En este pase interminable del balón no se resuelve el estatus migratorio de más de 11 millones de indocumentados, lo cual ayudaría a reducir el daño, porque solucionando esto, los inmigrantes pudiesen viajar a sus países de origen, tendrían mejores condiciones laborales aumentando su poder adquisitivo y podrían enviar más dinero a sus familias en Latinoamérica.
Es absurdo pensar que los miles de niños que están cruzando la frontera (La cifra es difícil de calcular), se les proporcione asilo en los Estados Unidos porque sería favorecer a los traficantes de humanos para que incrementen sus ganancias. Generaría un intensivo éxodo que ocasionaría una crisis peor que la actual.
Sé que los defensores de los inmigrantes me acusarán de inhumano, pero hay que reflexionar sobre las consecuencias de lo que está ocurriendo. Los Estados Unidos, por más rico que sea este país, no está preparado para sostener una inmigración masiva. Aquí las únicas ganadoras son las mafias de traficantes que antes operaban de forma individual como coyotes y ahora son organizaciones criminales, como el cartel de Los Zetas, que operan en ambos lados de la frontera, con la complicidad de autoridades corruptas.
Sin embargo, es mi deber reprochar a los Estados Unidos porque le ha fallado a Latinoamérica. Los empresarios usan la mano de obra y las riquezas de nuestros países como si fuéramos esclavos. Sacan petróleo barato y nos venden gasolina cara. Compran productos básicos de la canasta familiar a bajo precio y nos venden alimentos sintéticos y biogenéticos costosos. Ponemos los muertos en la guerra contra las drogas y ellos los adictos.
Los líderes de los Estados Unidos tendrán que analizar qué pueden hacer por sus vecinos. Un plan de ayuda económica, social y política, en acuerdo con los países que ellos llaman “aliados”, el cual se acople a las necesidades de los pueblos de América Latina para promover el desarrollo, como la Alianza para al Progreso el programa de John F. Kennedy en la década de los 60, sería, en parte, una respuesta para que niños como Brayan tengan un mejor futuro en su propia tierra y no huyan de su pobreza arriesgando su vida.
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