Yo espío, tú espías, todos espiamos

Ya me imagino a esos espías morbosos escuchando el sexo virtual de miles de parejas, que es tan popular en esta época de amores y relaciones digitales.


Siendo sincero me tiene sin cuidado que escuchen mis conversaciones telefónicas, lean mis correos electrónicos y me seleccionen automáticamente, poniéndome en la lista de sospechosos, por mencionar las palabras: terrorismo, bomba, talibán o revolución.

Un ex técnico de la CIA, Edward Snowden, de 29 años, dicen que le quitó la venda de los ojos a la humanidad, revelando un secreto a voces: la Agencia Nacional de Seguridad –NSA- de los Estados Unidos, nos espía.

El que ahora persiguen como un traidor argumenta que se volvió “sapo” porque: “no quiere vivir en un mundo donde se registra todo lo que hace y dice. Es algo que no está dispuesto a apoyar ni a admitir”.

¡Qué gran novedad! Esto no era un secreto y tampoco un embuste de los activistas antiamericanos que han repetido sin cesar que a todos nos vigilan desde hace mucho años. Solo con poseer un celular nuestra privacidad es vulnerada. Hay cámaras viéndonos por todos lados. El GPS es un espía móvil y la tarjeta de crédito delata a quienes pretenden echarse una canita al aire en un motel con una rubia americana o una morena latina, sean o no pro o contra comunistas.

Lo extraño es que este joven le haya entrado un cargo de conciencia en estos tiempos y más curioso aún es que eligió China para esconderse. Hace poco descubrieron un espionaje cibernético, llamado red fantasma (GhostNet), que operaba precisamente en China, pero no se hizo tanta alharaca porque no era estadounidense.

Una persona normal, honesta, que no le debe nada a nadie y que su mayor complot es consigo mismo haciendo trampa en la dieta comiéndose dos hamburguesas, por ejemplo, o mintiéndole a la familia que dejó de fumar y fuma a escondidas, no debe temer.

A quién le importa que lo oigan discutiendo con su mujer por el color de la pintura de la pared o si ella le reclama una cirugía estética o le insinúa que tome la pastilla mágica para que rinda más en la cama. Ya me imagino a esos espías morbosos escuchando el sexo virtual de miles de parejas, que es tan popular en esta época de amores y relaciones digitales.

El gobierno estadounidense es paranoico y seguirá vigilándonos. Como lo hacen los regímenes de China, Irán. Colombia y hasta Venezuela. Cada uno protegiendo sus intereses, bien sean países democráticos o dictaduras.

Aunque el espionaje no es nuevo, el mundo se volvió más maniático desde el mismo momento en que el terrorismo se convirtió en la nueva guerra. Que tiren la primera piedra los que no hayan sentido miedo, sospecha o cuchichean, al ver a un barbudo con turbante en un avión y ahí sí quisieran tener espías capturando al “bandido”.

Lo que sí debería preocuparnos es que la información recopilada por la NSA, sea usada con fines distintos a salvaguardar el país y se emplee para acusar a inocentes o chantajear a la conveniencia política. Estos datos esenciales y muy privados pudiesen ser un arma contra cualquier ciudadano, hasta el más ingenuo adultero o el que esconde secretos íntimos.

¿Quién selecciona, descarta y cómo se usan los datos? Dirán que es un asunto de seguridad nacional, pero como ciudadanos estadounidenses tenemos el derecho de pedir explicaciones.

Por otra parte, tendrán que rendir cuentas las empresas como Google, Facebook, Microsoft y Apple, que, aparentemente han sido cómplices de este acecho, poniendo a disposición de la NSA sus servidores para espiar a “sospechosos”. Era obvio que si esas compañías venden, sin nuestro permiso, la información a publicistas para que nos bombardeen de ofertas, también entregasen los datos privados con el pretexto de proteger a la nación de peligros extranjeros.

Mi único consejo, si les preocupa tanto ser vigilados, es que eviten decirle a su pareja por teléfono que ella es “una bomba sexy”, o “el terror en la cama”. Podrían engrosar la lista de sospechosos del gobierno federal.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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