Tendremos sed

En Latinoamérica la gente pobre lucha cada día para encontrar una fuente de agua y en algunos lugares la mendigan y en otros pagan caro para llevarla a la cocina, aunque no sea pura.

Agua embotellada

La mujer que me vendió por U$3,99 la botella de agua se molestó y me dijo: “no es mi culpa que valga tanto”. Le había hecho una broma sobre el precio: “cuesta más que la gasolina”.

No es la primera vez que me quejo del valor usurero que le ponen al agua envasada, en especial en los aeropuertos de Estados Unidos y en los hoteles. También he criticado la moda impuesta por la sociedad moderna de andar con la botellita en la mano para fingir ser saludable, sin percatarnos que ese es un augurio de lo que está por venir.

El día del agua pasó inadvertido para muchos. Cada año se celebra en una fecha de marzo y en esta ocasión hubo una conferencia en Nairobi, donde participaron científicos y expertos del programa de la ONU en Medio Ambiente –UNEP-, presentando un documento titulado “Agua Enferma”. Allí se anunció que en el mundo estamos en crisis por la elevada contaminación y la escasez.

Las cifras son escalofriantes: 1,8 millones de niños con menos de 5 años (uno cada 20 segundos) mueren anualmente por enfermedades causadas por agua contaminada.

Alrededor de 2.600 millones de personas (de esas 280 millones también son niños de menos de 5 años) no disponen de condiciones sanitarias adecuadas. Dos millones de toneladas de residuos de alcantarillado y desechos industriales y agrícolas se arrojan cada día a ríos y océanos del mundo.

Los costos del agua seguirán subiendo. La tendencia es que las grandes multinacionales pugnarán por envasarla y venderla. La geopolítica se reacomodará de acuerdo a cuánta agua tienen en los ríos y los pozos. Obtenerla causará conflictos bélicos.

Ya la escasez es evidente en muchos lugares de la tierra. Pero como para algunos de nosotros es tan fácil conseguirla hoy, ignoramos lo que es no tenerla para preparar una sopa mañana. El valiosos líquido es un tesoro apreciable y en pocos años sus costos se cotizarán en la bolsa de valores como el barril del petróleo.

Los que vivimos en países desarrollados, agradezcamos que podemos beber agua limpia, porque en muchas partes del mundo las fuentes contaminadas hacen imposible tomarla.

En Latinoamérica, por ejemplo, la gente pobre lucha cada día para encontrar una fuente de agua y en algunos lugares la mendigan y en otros pagan caro para llevarla a la cocina, aunque no esté pura.

Por este panorama tenemos que prepararnos para un futuro inmediato desolador, a menos que los dirigentes legislen sobre el uso y manejo del preciado líquido. Por ejemplo, se debe descontaminar el agua antes de lanzarla a los ríos y mares. Hay que controlar, vigilar y castigar a las industrias que vierten tóxicos y pagan sobornos para hacerlo de manera soterrada.

Por nuestra parte, debemos convertirnos en ciudadanos ecológicos. Tenemos que comenzar a cuidar el agua desde la casa. No malgastarla dejando chorros abiertos y tampoco echar drogas, químicos o venenos por el sanitario.

“Yo sé que no es su culpa”, le respondí a la ingenua joven vendedora del aeropuerto, “pero sería bueno que actúe en conciencia de cómo será el futuro cuando pague más por beber agua que por maquillaje o simplemente tenga sed y no pueda saciarla”.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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