El pesimismo y anti patriotismo que destila el ex presidente Álvaro Uribe como un veneno en las redes sociales, es evidente también en los escenarios donde dicta conferencias, intentando dejar a Colombia como una nación caótica, exportando mala imagen al exterior, solo con la intención revanchista y vengativa contra el presidente Juan Manuel Santos, que no quiso seguirle el juego.
Esta guerrilla no representa al pueblo, ni siquiera a una minoría. Se representa a sí misma. No obstante, desde que el gobierno se sentó a la mesa para hablar de paz, favoreciéndola, se ignoran y se pisotean códigos jurídicos, morales y éticos.
A pesar del engaño de los jóvenes venezolanos que supuestamente representaban a una ONG, estoy en desacuerdo con que el gobierno colombiano los haya expatriado a su país.
La guerra civil en Colombia, prolongada por más de 50 años, ha dejado miles de víctimas. Hay cifras tímidas que hablan de 300 mil personas, pero podrían ser más
Algunos expertos cuestionan que la Constitución colombiana le da un supra-poder al procurador, tan peligroso que pudiese estar pisando terrenos que no le corresponden y perjudicando la democracia.
El suboficial del ejército colombiano, capturado a finales de enero pasado, servía a su ejército como a su propia familia, pero lo que no supo él y tal vez algunos de sus hombres, es que los comandantes favorecían otros intereses políticos, económicos e incluso del narcotráfico.
Es profundamente preocupante que la historia se repita. Las Farc se fortalecen, se rearman, se oxigenan amparadas por Cuba, el chavismo venezolano, por quienes buscan dividendos electorales y los que viven de la guerra.
El pantallazo internacional que las Farc se están dando les permite volver a estar en el foco de atención, protagonismo que se eclipsó desde que desperdiciaron el proceso de paz a comienzos de la década pasada en el gobierno de Andrés Pastrana, para continuar con los secuestros, el narcotráfico y el terrorismo.
El futuro de una nación de más de 47 millones de habitantes no depende del rencor de unos pocos ciudadanos biliosos. Ya basta de acechanzas contra Colombia por odios. Ya basta de tanta perversidad contra un país que ha librado una guerra por más de 50 años. No más ambiciones personales, ni soberbia, ni arrogancia e insolencia, incluyendo la de los insurrectos.
Sin embargo, ahora ha surgido un espíritu nacionalista con falsos orgullos y algunos hasta piden desconocer el fallo, como el ex mandatario Álvaro Uribe, quien con su estilo camorrista (Cuando en el pasado dijo que la decisión de La Haya había que acatarla), pretende instigar al presidente Juan Manuel Santos a una confrontación, lo cual sería adverso, no solo contra el derecho internacional, sino por la imagen de Colombia en el exterior que tanto preocupa a mis paisanos, generando un ambiente bélico inapropiado, peligroso e injusto para los humildes pescadores y los ciudadanos raizales de esas islas.
Las Farc sorprendieron en el primer encuentro al destapar un vocero oculto, Iván Márquez, un rebelde radical y guerrerista que se ha opuesto a ceder en el pasado, quien comenzó beligerante diciendo que “Sin justicia social la paz será una quimera”. Sí, eso es cierto, pero, repito, las Farc tienen que darle la cara a las víctimas. Márquez pareciera solo ver las culpas ajenas: “El que se debe someter a un marco jurídico para responder por delitos atroces es el Estado”, dijo.