No hay que devanarse los sesos: la miseria en Nicaragua no será resuelta por un gobierno nepotista, ni amordazando el periodismo, ni construyendo un canal interoceánico como utópicamente piensan hacerlo, ni mucho menos repartiendo bienes estatales entre sus amigotes.
Nicaragua es uno de los países más pobres de América Latina y esto es un elemento que usa el aspirante a dictador, haciendo promesas ilusorias, adulterando la realidad y apropiándose del destino del pueblo. Pero el pueblo no es bobo como los orteguistas creen. Tampoco está tan adormecido o cansado de las trampas políticas, que no le permita reaccionar y ver con claridad que hay un engaño.