Jojoy era malo y mentiroso. En una entrevista que le hice en febrero de 2001, prometió a las familias liberarles a sus parientes secuestrados “rápido y urgente”. Pero, pasaron años hasta que el ejército fue quien los rescató; todavía hay retenidos en la selva.
Uno de los proveedores importantes de cocaína a los carteles mexicanos es la guerrilla de las Farc, que también ofrece su destreza en terrorismo, mandando a subversivos que adiestran a sicarios.
Hugo Chávez sabe muy bien que al dejar tomar aliento a los guerrilleros colombianos en territorio venezolano, favorece su plan de extender la utópica revolución bolivariana por América.
Si bien es cierto que Colombia todavía sufre injusticia social, corrupción y el gobierno actual y varios sectores de la prensa ocultan la realidad de un país sumido en la pobreza, el desempleo y la inseguridad, la mayor parte de sus pobladores no cree que el comunismo sea la solución y mucho menos quisiera que esos terroristas gobernaran la nación.
Pecan de ingenuos quienes creen que la guerrilla colombiana está derrotada y también los que piensan que el apoyo desde Venezuela a los rebeldes comunistas de las FARC es un asunto aislado.
Si una revolución necesita del pueblo para triunfar, ¿por qué las Farc continúan en la guerra si en Colombia la mayoría repudia a esa guerrilla terrorista?
Si estos bandoleros, falsos revolucionarios, deciden terminar cinco décadas de guerra derrotados militar, ideológica y moralmente, escondiéndose como ratas y siendo ridiculizados con la liberación de rehenes aceptando sólo 20 millones de dólares, ellos mismos comprobarían lo que siempre se ha sospechado: son unos cobardes.
Ecuador y Venezuela sacaron las uñas. Y no es porque sus pueblos quieran, sino porque quienes los representan lo demostraron en forma cínica, respaldando a los falsos revolucionarios colombianos, que reparten dolor y desolación a diestra y siniestra, incluyendo en esas naciones, donde extorsionan y secuestran. Me encontré en Washington con Peter Romero, ex subsecretario […]
Con la arrogancia y el desprecio que ostentan ciertos colombianos con ínfulas de burgueses, escuché a una mujer decir: “quien la manda a meterse a la selva… ella sólo buscaba votos”, refiriéndose al secuestro que sufrió la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, en febrero de 2002.
Pero, además de abusar de menores y especialmente de mujeres, violan los derechos humanos, con la potestad que se auto-otorgaron denominándose “el ejército del pueblo”, secuestrando y matando a los que dicen defender.