¿Esta izquierda radical que dice buscar la igualdad social, representa verdaderamente a los que se hicieron llamar “los indignados”? ¿Esta izquierda pretende establecer una verdadera soberanía popular y respaldará en el futuro la justa lucha social cuando sus políticas fracasen como ha ocurrido en gobiernos socialistas donde la ambición pudo más que la razón y la justicia?
En los Estados Unidos todo es negocio. “Business is Business”, dicen aquí con jactancia y esto lo copiaron muchos países. La maniobra de enriquecimiento irracional especulativo llevó a la gran crisis inmobiliaria y a la supuesta quiebra financiera mundial.
América Latina está dando un giro a la izquierda desde hace un poco más de un lustro y la culpa, si es que existe, es de la pésima administración de dirigentes corruptos e ineficaces, que se aprovechan del poder para enriquecerse, olvidando sus obligaciones.
Algunos actores de la izquierda, justificando este viraje, hablan de la madurez política de Latinoamérica, pero no es así. Es la ansia de conseguir trabajo, mejores ingresos, salud y educación, lo que lleva a la gente a creer en las promesas de los socialistas del siglo XXI, que se venden como salvadores, pero son iguales o peor que el comunismo cubano.
La protagonista de esta burla se llama Sandra Torres, la encarnación misma de la vergüenza política, que para rematar el descaro e inmoralidad resolvió, en una falsedad revestida de patriotismo, trampear la Constitución Política, para lanzarse como candidata a la presidencia de Guatemala. Se divorció del actual presidente y así eludió la prohibición en la Carta Magna, de no aspirar a cargos públicos si tiene un grado segundo de afinidad con el mandatario.