Los padres están entre la espada y la pared. O dejar a los hijos en sus países, soportando un futuro incierto, con el riesgo de que sean reclutados por las pandillas o dejarlos caminar hacia el peligro de una migración donde la sobrevivencia es aventurada.
La democracia en América Latina está moribunda por estrategas o «alquimistas» de la política como J.J. Rendón y dirigentes ambiciosos y malintencionados que usan sus servicios.
Sueño con una América habitada por gente que respeta, que no engaña, ni miente, ni difama. Que no mata los sentimientos y las ilusiones por la intransigencia de querer imponer su ley.
El modelo chavista demostró su fracaso más rápido que el cubano. Lo están viviendo hoy los venezolanos en carne propia y a un alto costo. No es un sistema social, sino populista y opresor, sin ninguna esperanza para el pueblo.
No hay que devanarse los sesos: la miseria en Nicaragua no será resuelta por un gobierno nepotista, ni amordazando el periodismo, ni construyendo un canal interoceánico como utópicamente piensan hacerlo, ni mucho menos repartiendo bienes estatales entre sus amigotes.
El problema no es la izquierda como tal. El peligro son los izquierdistas descarados que fingen luchar por el pueblo y llegan al poder a devastar las arcas del Estado.
No es solo la pobreza que lleva a los menores de edad a caer en el infierno de la prostitución, sino la falta de valores morales y religiosos en familias, cuyos padres desamparan a sus hijos o los entregan por plata o los obligan a ir a las calles para que consigan dinero a cualquier costo.
Revolcándose en la tumba debe estar el Libertador Simón Bolívar, al saber que su ideal fue usurpado por una manada de lobos hambrientos de poder y dinero.
El narcotráfico no paga bien. Es un negocio maligno y quien se mezcle con estos criminales siempre termina mal: muerto, en la cárcel o perseguido. La cadena siniestra condena a todo el que toca ese dinero sucio.
El hogar, no es un lugar de trabajo convencional y en la mayor parte de los países es una industria sin ley. Los empleados vienen de sectores marginados de la sociedad, tienen poca educación y, por lo general, pertenecen a grupos étnicos discriminados. Esos factores deberían hacernos más responsables como “patrones”.
La Unicef alerta a las familias sobre este peligro latente. Los niños y adolescentes, por lo general, son inocentes y buscan en las redes sociales entretención, amigos y conocimiento. Por esa sed de saber más y ganas de pasarla bien, son presas fáciles de los lobos cibernéticos que se mantienen al acecho en la red para atraparlos.
Lo que no comprenden los ingenuos electores en Latinoamérica, es que estos líderes son una nueva burguesía, surgida de un neo socialismo confuso, lo cual es más peligroso para el desarrollo de las naciones. Seducen al pueblo con las mismas promesas de mejorar su estatus de vida y ser justos repartiendo la riqueza a través del control del Estado. Al final, nada diferente a lo que ofrecen los que militan en los partidos de centro y de derecha. Todos se apoderan de las riquezas del Estado, igual que los otros, pero, como se ha demostrado en la historia reciente, la izquierda tiene planes ocultos y con ambiciones de un poder desmedido.