Realmente como columnista lo único que necesito saber para escribir sin temores, es que el capital de la sociedad propietaria del periódico no provenga de negocios ilícitos, narcotráfico o el robo de las arcas petroleras por ejemplo, pero, de manera especial, que la libertad de expresión sea respetada.
Pero, la libertad debe ser igual para todos, incluyendo para quienes están en contra de nuestras ideas. Por eso me parece vergonzoso, sino humillante, lo que le sucedió al manager del equipo beisbolero los Marlins de Miami, Ozzie Guillén, quien dijo: “Yo amo a Fidel Castro. Yo respeto a Fidel, ¿por qué? Porque en los últimos 60 años mucha gente ha querido matarlo y el jodón todavía está aquí”.
El jueves 9 de diciembre pasado, Hugo Chávez introdujo ante la Asamblea Nacional un proyecto de ley que castigaría el uso de la Internet y las redes sociales que envíen “mensajes irrespetuosos a los poderes públicos».
Temo que el oficio de periodista está infectado por la conveniencia. Por las verdades a medias para tapar bazofias o divulgar mentiras completas que dejan utilidades.
Las especulaciones iban y venían. Pero al final resultó una falsa alarma. El negocio del miedo es como una mafia, manipulado por codiciosos que no les importa arruinar la tranquilidad ciudadana y la paz mundial con tal de ganar dinero.
Los periodistas debemos unirnos en torno a las libertades de prensa en Latinoamérica y ponerle mordaza a los que pretenden amordazarnos, defendiendo a colegas como Chamorro, libres, valientes y que dicen la verdad.
Sentirse atrapado por dar amor o amistad es degradante. Tampoco uno debe creerse cautivo por el amor recibido. Amar no es una prisión. Amar es libertad.
¿Es Chávez un hombre peligroso para América por creer que el Libertador lo acompaña, lo aconseja y come a su lado? No sé si calificarlo de peligroso por eso, pero sus actuaciones de los últimos años hacen temer que su fascinación por Bolívar va más allá de la simple pasión, porque tiene visos de locura.