Realmente como columnista lo único que necesito saber para escribir sin temores, es que el capital de la sociedad propietaria del periódico no provenga de negocios ilícitos, narcotráfico o el robo de las arcas petroleras por ejemplo, pero, de manera especial, que la libertad de expresión sea respetada.
Le sugiero, señor Maduro, consultar a un especialista en Constitución y Leyes para que le oriente sobre ese tema. Quizás usted está siendo aguijoneado por enemigos suyos dentro de las filas del propio chavismo, que Dios dado no lo quiera, ni la gente lo quisiese, desde la Asamblea Nacional fuese.
A pesar del engaño de los jóvenes venezolanos que supuestamente representaban a una ONG, estoy en desacuerdo con que el gobierno colombiano los haya expatriado a su país.
Los venezolanos no deben dejar a sus jóvenes solos y es necesario que los ciudadanos vuelvan a las calles pacíficamente para exigir cambio en el poder. Solo el pueblo tiene la fuerza para tumbar el régimen y ayudar a que los líderes democráticos reconstruyan a Venezuela.
Cada acto demuestra la bajeza de esa camarilla de criminales, que pretende robarle a los venezolanos su futuro, pero, a pesar de sus intenciones ruines, jamás les arrebatará la dignidad.
Venezuela ahora tiene la fortaleza para ir removiendo el régimen corrupto como ha ocurrido en otras latitudes. Llegó el momento de parar al dúo Maduro-Cabello y la camarilla de militares compinches, quienes mostraron su miedo a perder el poder ante la fuerza de la sublevación.
Nicolás Maduro acusa a los opositores de provocar los incidentes diciendo que “venían preparados para atacar a los diputados de la revolución”. Ellos intentaban restablecer su derecho a hablar. No cuenta que Diosdado Cabello, el líder de la asamblea, censuró y cerró los micrófonos a quienes no aceptaron, a la fuerza, a Maduro como presidente ilegal.
Maduro y Cabello son dos personajes astutos que sacarán provecho de la partida de Chávez; el extinto será leyenda y en la historia quedará como el salvador del pueblo, cuando en vida se derrumbaría solo, como de hecho ya se estaba derrumbando. Ellos, los herederos, están haciendo un trabajo minucioso, vigorizando la leyenda para usarla como nueva carnada de incautos. Chávez los sostendrá desde el sepulcro.