Por otro lado, el fin del mundo lo sufren los corazones perversos y codiciosos. Los seres egoístas. Lo padecen quienes eligieron el camino de la promiscuidad, la mentira, el odio, la venganza, la ambición y la indiferencia social. Lo viven quienes arman guerras por el petróleo y los que se dedican al narcotráfico esparciendo por el mundo la muerte del alma.
Se especula mucho sobre el tema desde las profecías de Nostradamus, que vislumbraba: “(En) el año 1999, (a los) 7 meses, del cielo vendrá un gran rey de terror”, hasta las predicciones Mayas que, de acuerdo al calendario de esa civilización, la hecatombe será el 21 de diciembre de 2012.