Haití nunca salió de la tiranía. Pasa de manos como quien hace relevos en una carrera donde el premio es estimulado por la codicia.
Lo que ocurre en la Selva Amazónica y en los bosques andinos es un verdadero “ecocidio” silencioso, pero esta triste realidad no frena el consumo de drogas ilegales, el cual está aumentando con desenfreno en los países productores, pero en especial en los Estados Unidos.
Muchas veces los seres humanos no reaccionamos ante las consecuencias que estamos provocando, porque no son visibles ante nuestros ojos. Es como tener una enfermedad mortal y seguir viviendo en las tinieblas, ignorando la posibilidad de salvarse con sólo ir a un médico.
Me da risa tanta alharaca de Daniel Ortega, advirtiendo que sus compatriotas están dispuestos a derramar sangre y más risa me da la intimidación de Álvaro Uribe al amenazar con barcos a unos pescadores humildes. La armada colombiana debería estar combatiendo el narcotráfico.
Hay muy poca decisión política para enfrentar la nueva realidad de la humanidad. Es tanta la indiferencia de los dirigentes sobre el calentamiento global, especialmente en los Estados Unidos, que pocos se atreven a trazar programas para frenar el problema.
Ninguno de nosotros escapamos del dedo acusador y más si vivimos en Estados Unidos, donde hay poca conciencia sobre la conservación de recursos naturales. Esta nación derrocha energía, agua y lanza al aire productos dañinos para la capa de ozono, en forma inmoral.