Al bajar del avión, esa placidez y frenesí de sentir el aire fresco y cálido golpear la piel, comenzó a convertirse en un frente frío venido del norte, recordándonos que habíamos llegado a un territorio donde hay que cuidar la billetera.
Al bajar del avión, esa placidez y frenesí de sentir el aire fresco y cálido golpear la piel, comenzó a convertirse en un frente frío venido del norte, recordándonos que habíamos llegado a un territorio donde hay que cuidar la billetera.