El problema no se trata de su “preferencia sexual” o como exigen que se diga: “orientación”. El conflicto es moral, respecto al método, no solo por el mercantilismo de mujeres que alquilan su vientre, sino por el egoísmo de las personas que desean ser padres sin medir las secuelas. ¿Quién defiende el derecho de un niño de tener un hogar con un padre y una madre?