Es importante advertirles a estos jóvenes que ambicionan la popularidad, el dinero y ser asediados por fanáticos y paparazzis, que la vida de una celebridad no es tan perfecta y con frecuencia es agobiante, solitaria y triste.
Uno de cada siete niños recibe por la Internet una proposición de tipo sexual de un depredador. Cada año las autoridades federales de Estados Unidos encausan judicialmente a cientos de personas por pornografía infantil.
Hace menos de 4 años, dos jóvenes descubrieron que la batería del IPod estaba programada para una vida corta y no ser reemplazada por el fabricante, obligando a comprar un aparato nuevo.
Por varios años, los viejos periodistas, empresarios de medios y libreros se negaron a creer que el negocio podría eclipsarse, pero ante la realidad, tendrán que ir aceptando que, por lo menos, estamos viviendo una transformación sin precedentes en la historia de la humanidad. Una revolución que constituye un cambio social y cultural radical, que nos llevará a otro nivel de comunicación inexplorado, cuyos resultados todavía están por verse.
Nadie prevé, ni los científicos, hasta dónde llegará esa epidemia de soledad provocada por las facilidades tecnológicas, pero lo que sí debemos tener claro es que en nosotros está recuperar el contacto físico real que es saludable para el cuerpo y para el alma.
Las redes sociales vulneran la intimidad y sin lugar a dudas están siendo utilizadas de una manera irresponsable y peligrosa.
Lo más preocupante es que los niños y jóvenes no temen abrir las puertas cebernéticas, porque no ven el peligro inminente. Creen que la distancia y el engañoso anonimato de las autopistas virtuales, los hacen invulnerables.
Sospecho que en ciertos casos, como en American Airlines, las demoras y las cancelaciones de vuelos tienen que ver con una disimulada “operación tortuga”, como revancha por los despidos, los malos tratos y los bajos sueldos.
¿Quieres ser mi amigo? ¡No, gracias! ¡Soy diferente, en busca de una vida tranquila; no administro una bolsa de empleos; no cambio favores para hacer famosas en televisión a jovencitas y tampoco pago deudas de más de 20 años, ni siquiera de 10. Esos amigos (amigas) dudosos (dudosas) y los viejos adeudos los (las) liquidó el tiempo.
Mi mamá diría: “te vas a meter en camisa de once varas”, porque escribir de religión es meterse en problemas. No me confieso desde que cumplí 18 años. A esa edad, confundido, surgieron dudas teológicas, pero eso sí, sin perder la fe. Me parecía ridículo arrodillarme en esas cabinitas de iglesia y contarle al sacerdote […]
Salvan vidas en las emergencias; comunican al instante a familias separadas; pero contradictoriamente son utilizados por bandidos para hacer fechorías; han sido causa de peleas, divorcios, rompimientos de matrimonios y noviazgos, y hasta despidos de empresas.