Realmente como columnista lo único que necesito saber para escribir sin temores, es que el capital de la sociedad propietaria del periódico no provenga de negocios ilícitos, narcotráfico o el robo de las arcas petroleras por ejemplo, pero, de manera especial, que la libertad de expresión sea respetada.
Le sugiero, señor Maduro, consultar a un especialista en Constitución y Leyes para que le oriente sobre ese tema. Quizás usted está siendo aguijoneado por enemigos suyos dentro de las filas del propio chavismo, que Dios dado no lo quiera, ni la gente lo quisiese, desde la Asamblea Nacional fuese.
Todos conocemos la leyenda bíblica de las épocas de vacas flacas. Los árabes históricamente le temen y por eso no regalan su fortuna, la guardan para enfrentar tiempos difíciles. Venezuela, en cambio, muy caritativa nación, derrochó el dinero del pueblo, apoyando a ciertos países aliados de América Latina.
Depender del petróleo para mantener una estabilidad económica, es algo que tienen que evaluar los países como México y Venezuela porque la volatilidad de sus precios es un riesgo social que no se puede correr en tiempos difíciles.
A pesar del engaño de los jóvenes venezolanos que supuestamente representaban a una ONG, estoy en desacuerdo con que el gobierno colombiano los haya expatriado a su país.
La pandilla de militares involucrados en el trasiego de la cocaína por Venezuela, es mucho más grande de lo que parece. Es el Cartel de los Soles, o mejor, el Cartel Chavista.
Los venezolanos no deben dejar a sus jóvenes solos y es necesario que los ciudadanos vuelvan a las calles pacíficamente para exigir cambio en el poder. Solo el pueblo tiene la fuerza para tumbar el régimen y ayudar a que los líderes democráticos reconstruyan a Venezuela.
Debemos reclamar la ineficacia de la OEA y su silencio cómplice. Hay que hacer un llamado para que esa organización inútil sea reformada o eliminada. ¿Cuánto dinero se gastan nuestros países en sostener esa burocracia inoperante?
Cada acto demuestra la bajeza de esa camarilla de criminales, que pretende robarle a los venezolanos su futuro, pero, a pesar de sus intenciones ruines, jamás les arrebatará la dignidad.
Venezuela ahora tiene la fortaleza para ir removiendo el régimen corrupto como ha ocurrido en otras latitudes. Llegó el momento de parar al dúo Maduro-Cabello y la camarilla de militares compinches, quienes mostraron su miedo a perder el poder ante la fuerza de la sublevación.
Nicolás Maduro, gobernante de Venezuela, es un humorista nato, pero él no lo sabe y tampoco lo reconocen los millones de venezolanos que lo siguen ciegamente y creen que él habla en serio.
Hugo Chávez debe estar revolcándose en su tumba, al enterarse de la rapiña de sus camaradas y no porque él sufriese por el pueblo, sino porque la revolución bolivariana, que él gestó de manera ególatra, sucumbe. Ninguno de esos “líderes”, en el fondo, quiso, apoyó y protegió los ideales socialistas y sospecho que ni el propio Chávez.