No se trata de preocuparse, como lo dijo el ex presidente Pastrana, por las consecuencias que tendrá que pagar el país en materia de ayuda económica y militar de Washington. Es un asunto más altruista; es de moral social.
El destino que desafía a América Latina con administraciones de izquierda, algunas más radicales que otras, podría estar llevando al continente a una nueva era, que esperemos no sea de anarquía, como ciertos politólogos pronostican.
Los rasgos se parecen. Quienes atacan en escuelas son en su mayoría adolescentes retraídos que han sufrido discriminación, pero ciertamente inteligentes y hasta buenos estudiantes. Los asesinos de su familia, por lo general, actúan amorosos en casa y tranquilos en la comunidad.
En medio de la hostilidad, los policías tienen dos opciones: combatirlos con el riesgo de morir, o dejarse sobornar. Los delincuentes matan a los que ellos creen que protegen a una u otra organización y de paso amedrentan a los honestos.