Quien sólo quiera refunfuñar que se vaya pa’l monte, como decía mi abuela. Quien esté dispuesto a transmitir optimismo, ¡adelante!
Parte de la culpa la tienen las mujeres que permiten estos abusos. También la liberación femenina que no las ha redimido de ciertas cargas. Por ejemplo, hay amas de casa con maridos cómodos, quienes además de preparar la comida, atender los hijos y limpiar la vivienda, deben trabajar jornadas de ocho o más horas. Es como si tuvieran dos empleos. Merecen ser premiadas.
Hay personas que piensan que la “mano fuerte” para combatir a los guerrilleros y terroristas es la fórmula más acertada para dar “tranquilidad a la sociedad”. Creen que se deben utilizar los mismos métodos de violencia sanguinaria que emplean los delincuentes porque “el fin justifica los medios”.
Las especulaciones iban y venían. Pero al final resultó una falsa alarma. El negocio del miedo es como una mafia, manipulado por codiciosos que no les importa arruinar la tranquilidad ciudadana y la paz mundial con tal de ganar dinero.