¡Se me quema el arroz!

Parte de la culpa la tienen las mujeres que permiten estos abusos. También la liberación femenina que no las ha redimido de ciertas cargas. Por ejemplo, hay amas de casa con maridos cómodos, quienes además de preparar la comida, atender los hijos y limpiar la vivienda, deben trabajar jornadas de ocho o más horas. Es como si tuvieran dos empleos. Merecen ser premiadas.