Nadie prevé, ni los científicos, hasta dónde llegará esa epidemia de soledad provocada por las facilidades tecnológicas, pero lo que sí debemos tener claro es que en nosotros está recuperar el contacto físico real que es saludable para el cuerpo y para el alma.
Mientras tanto, el resbaloso Guzmán, festejó sus 56 años en abril y aunque no se puede decir que “goce su libertad”, porque ningún narcotraficante disfruta de la riqueza y el poder obtenidos matando gente, sigue evadiendo la ley y todos nos preguntamos ¿quién lo protege?
El terrorismo es un negocio para los que lo propagan y lucrativo para los que afirman defendernos de ese mal. La gran perdedora es la sociedad que aguarda el golpe de los que han hecho de esta amenaza su modus vivendi.
Debemos ser sensatos sobre cómo comportarnos en los Estados Unidos, un país que nos brinda oportunidades con papeles de residencia o sin ellos.
Los gobernantes ahora legislan contra la inmigración ilegal, a pesar de la gran contribución de la mano de obra extranjera.