El amor muere y subsiste la costumbre, dogmatizaba uno de mis profesores de filosofía. Yo, que todavía conservo el romanticismo en la relación de pareja, no pierdo la esperanza de que es inmortal, aunque algunos seres humanos nacieron con un corazón marchito y quizás por eso no entienden el sentido real de amar.
Maduro, asustado por lo que ve: un pueblo rabioso y ricos y pobres descontentos (no todos comen cuento comunista), le echa la culpa al candidato opositor Capriles y a los medios de comunicación de ser responsables de los muertos y heridos en la protesta del lunes 15 de abril, cuando muchos venezolanos sospechan que fueron las milicias bolivarianas.
El futuro de una nación de más de 47 millones de habitantes no depende del rencor de unos pocos ciudadanos biliosos. Ya basta de acechanzas contra Colombia por odios. Ya basta de tanta perversidad contra un país que ha librado una guerra por más de 50 años. No más ambiciones personales, ni soberbia, ni arrogancia e insolencia, incluyendo la de los insurrectos.
Es muy difícil que en esta nación con espíritu guerrerista y donde los fabricantes de armas tienen gran influencia política, el congreso adopte medidas reales y efectivas para controlar el uso y la posesión de armas. A raíz de la muerte de 20 niños y 6 adultos en una escuela de Connecticut, han hecho debates e intentan calmar a los ciudadanos que están en contra, pero por lo general gana la mayoría que desea tener protección para defenderse de enemigos reales o imaginarios.