Las Farc NO representan al pueblo

Las Farc sorprendieron en el primer encuentro al destapar un vocero oculto, Iván Márquez, un rebelde radical y guerrerista que se ha opuesto a ceder en el pasado, quien comenzó beligerante diciendo que “Sin justicia social la paz será una quimera”. Sí, eso es cierto, pero, repito, las Farc tienen que darle la cara a las víctimas. Márquez pareciera solo ver las culpas ajenas: “El que se debe someter a un marco jurídico para responder por delitos atroces es el Estado”, dijo.

El pequeño gran pretexto

La rabia no se propagó sola. Grupos extremistas lo planearon todo. Primero, no fue coincidencia que ocurriera en los días del onceavo aniversario de las torres gemelas en Nueva York. Segundo, de acuerdo a la Casa Blanca, hay evidencias que en Bengasi estuvieron involucrados miembros de Al Qaeda. El plan era contrarrestar las operaciones de inteligencia y contrainteligencia, porque desde Libia operaban agentes y contratistas de la CIA que desempeñaban un papel crucial en la vigilancia y recopilación de información sobre grupos terroristas de la región.

Hienas con sed de sangre acechan la paz

El primer proceso de paz con las Farc fue en 1984. Hubo amnistía e indulto y ciertos sediciosos, junto a miembros del Partido Comunista, crearon la Unión Patriótica –UP-, participando en política; así ganaron curules en el congreso y alcaldías, pero, fuerzas oscuras (léase: militares corruptos aliados con narcotraficantes y autodefensas) asesinaron a más de 3500 militantes de ese grupo, lo cual les sirvió de justificación a los rebeldes para seguir en la lucha.

¿Amenaza nuclear o voracidad por dinero?

El amago de guerra va en aumento ante la intransigencia y el peligro que, en efecto, representan Irán y su líder Mahmud Ahmadineyad, individuo fanático y extremista, y por otro lado, Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, a quien los críticos señalan de tener un temperamento explosivo y radical. En su última visita a Washington, en marzo pasado, exigió tormentas de guerra como única defensa frente a la hostilidad que los iraníes ejercen en la zona.

Sangre para calmar la sed de venganza

Uno de los que deberían ser investigados es Álvaro Uribe, quien promovió las Convivir (otra fachada para encubrir a los paramilitares) y quien, en su gobierno, continuó favoreciendo a ciertos de estos asesinos e intentó absolverlos. En cambio a otros, que sabían mucho sobre su pasado, como Salvatore Mancuso, los extraditó a Estados Unidos sepultando la verdad para siempre en una fosa común de impunidad.