Compro dientes de oro

Al tener un costo independiente, debido a que el oro sólo lo respalda el oro, no necesita de ninguna institución que lo apoye o le conceda un valor. Es el mercado el que se lo otorga.


Para el ciudadano común, tú, él y yo, lo que está ocurriendo pasa inadvertido porque la preocupación principal del día a día es conseguir lo suficiente para comprar la comida, pagar la renta o cancelar los gastos escolares de nuestros hijos.

Ese asunto de la caída de las bolsas de valores, el tope de la deuda de Estados Unidos, la turbulencia cambiaria en países de Europa y la posible desaparición del Euro, son temas que no entendemos y tampoco nos incumben, a menos que llegasen a tocar nuestros bolsillos en forma directa.

Pero hay ciertos personajes poderosos que saben que algo está por suceder. Por lo tanto, les sugiero que nos pellizquemos. Comencemos a preocuparnos. El mundo está al borde de una crisis económica sin precedentes y si no nos preparamos, sin darnos cuenta, quienes son de clase media se volverán pobres y los pobres, por reflejo, pasarán a engrosar la estadística de miseria absoluta.

Muchos dicen que la crisis financiera de Europa y de Estados Unidos no afecta a Latinoamérica. Es una verdad a medias. No perturba a los ricos pero a los trabajadores comunes sí los está golpeando. Un ejemplo es México donde la pobreza aumentó al 46.2%, entre 2008 y 2010. En esa nación hay 52 millones de pobres.

Hace algunos años, con incremento acelerado en los últimos meses, han aparecido negocios de compra de oro en pequeñas tiendas de muchas ciudades del mundo; se han popularizado las “Gold Party”, donde amas de casa invitan a sus amigas a que les vendan esas joyas que guardan en un cajón; por otro lado, en propagandas de radio y televisión anuncian sin decoro “compramos dientes de oro que ya no use”, como si fuera el gran negocio.

Esta inducida fiebre de oro instiga a muchas personas a vender sus alhajas para salir de apuros. Mientras unos pocos vivos las adquieren como una medida de ahorro hacia un futuro incierto. Una fuerza oculta está creando esa necesidad de convertir el oro en devaluados billetes que no sabemos si serán útiles después de un colapso económico mundial.

¿Quién está quedándose con todo ese oro? ¿Cuál es el plan misterioso de adquirir el metal en grandes cantidades? Un economista me dijo que los dueños del poder financiero hacen sus últimas jugadas para salvar lo que más puedan.

Paralelo a esta fiebre de compra y venta de oro al estilo del viejo oeste americano, los precios del metal rompen un máximo histórico nominal. Al comenzar agosto, el valor de la onza rondaba los 1,650 dólares.

Mi consejo para las personas que deseen deshacerse de joyas para salir de deudas, es que busquen a quien mejor se las pague, pero la recomendación es no vender nada. Quédense con ese metal precioso, porque podría ser una buena protección financiera.

Al tener un costo independiente, debido a que el oro sólo lo respalda el oro, no necesita de ninguna institución que lo apoye o le conceda un valor. Es el mercado el que se lo otorga.

Dicen los expertos que “el oro físico es inmune al riesgo”, que “cualquiera que sepa hacer cálculos básicos, ve con facilidad que es una buena inversión”.

La fiebre me está subiendo: al que tenga por ahí esos dientecitos de oro, mándemelos en un sobre cerrado y a vuelta de correo les hago llegar mi compasión.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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