El mundo sufre de anemia crónica

El sistema económico como lo conocíamos no volverá. Hay que reinventarse y aceptar este disímil sistema mercantil en donde la mayoría de ciudadanos no seremos dueños de nada, solo de la obligación de trabajar y producir para ganarnos el pan de cada día.


Me da escalofrío caminar por centros comerciales de los Estados Unidos y barrios del sur de la Florida al ver la desalentadora verdad: tiendas cerradas, locales en alquiler y miles de casas en juicio hipotecario.

Generando un falso optimismo, vendedores de sueños difunden la noticia de que el mercado inmobiliario se está recuperando, mostrando como ejemplo la venta de una propiedad, en Miami Beach, que un rico inversionista compró en el pasado por 10 millones de dólares y la negoció, en plena crisis, por más del doble.

Estas simuladas esperanzas de oferta y demanda chocan con la cruel realidad que viven millones de familias que no pueden pagar su hipoteca, las viviendas valen menos que la deuda y una gran parte han sido desalojadas, perdiendo años de trabajo honesto.

Los bancos no quieren negociar porque nunca pierden y se benefician del Estado: sacan parte del dinero en los remates de las viviendas, reciben ayuda de un fondo del gobierno que todos creían era para socorrer a los propietarios y, además, se amparan en rebajas de impuestos por “las pérdidas”.

Esta crisis golpea por igual a Europa, que vive un colapso social de graves proporciones. El Reino Unido entró en recesión y España por segunda vez la padece. Ha disminuido la construcción; hay despidos masivos y cierre de fábricas; persiste una excesiva deuda pública y privada y poca competitividad.

En los Estados Unidos, las medidas de austeridad para frenar la crisis no están siendo avaladas por los miembros de la ultraderecha que atesoran sus riquezas como viejos avaros sin corazón. Los dirigentes de esta nación posponen o dejan a un lado propuestas que ayudarían a prevenir la nueva gran recesión que se avecina y que, los expertos, prevén será de proporciones incalculables.

Así es el pronóstico del famoso profesor Nouriel Roubini, conocido como “doctor calamidad”, por anticipar la crisis financiera que comenzó en 2008 y la cual no ha concluido. Él dio nuevos malos presagios económicos en ambos lados del Atlántico: todo empeorará.

Un paisano mío, limpiador de alfombras, experto en reconocer manchas rebeldes de esas que no desaparecen y dejan una marca toda la vida, está de acuerdo con Roubini y va más allá con una teoría: no atravesamos una crisis temporal. Estamos en una nueva era, una época distinta, a la cual hay que adaptarse o sucumbir.

El sistema económico como lo conocíamos no volverá. De acuerdo a este trabajador, empírico en asuntos financieros, hay que reinventarse y aceptar este disímil sistema mercantil en donde la mayoría de ciudadanos no seremos dueños de nada, solo de la obligación de trabajar y producir para ganarnos el pan de cada día.

Como ya les dije, los vaticinios son sombríos. Los mercados especulativos, que enriquecen a pocos, aumentarán la pobreza de la mayoría. En los Estados Unidos la clase media desaparecerá, aunque para algunos ya se esfumó con la pérdida de la casas, con los créditos universitarios enormes que nunca terminarán de pagar los estudiantes por las altas tasas de interés y el aumento del costo de la canasta familiar que impide llenar el refrigerador de una manera digna. Con esta perspectiva pocos saldrán a flote.

Transitamos hacia una época donde un grupo reducido de personas tomará las mínimas decisiones por nosotros y estar a merced de estos egoístas líderes del mal es como una condena; la pena es irreversible por errores que cometieron quienes les delegamos el poder a través de la democracia.

A quienes confiamos el futuro se dejaron engolosinar por los que ostentan potestades financieras oscuras, manipulan la economía mundial y en un plan falaz, pretenden formar un régimen único y controlado para acaparar todo lo que produce dinero: los combustibles, la industria alimenticia y farmacéutica, los bancos y los propios gobiernos.

El mundo sufre de anemia crónica y el mal ya tocó a nuestras puertas y lo dejamos pasar porque fuimos indiferentes y pusilánimes.

Irónicamente, a pesar de todo lo que Latinoamérica soporta, por ahora, parece perfilarse como el mejor refugio para sufrir menos el embate de la crisis.

Recomiendo, a quienes piensan buscar futuro en Europa o los Estados Unidos, que lo piensen más de una vez.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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