Las mentiras de los angelitos rebeldes

Hace mucho tiempo la ideología social y política murió en las mentes de esos angelitos rebeldes.

Narcotráfico y las Farc
Farc y narcotráfico. Foto: InSight Crime.

Con la candidez de campesinos colombianos, varios angelitos protagonizan un documental titulado “Insurgencia del siglo XXI”, creado por realizadores anónimos.

En esa película, exhibida en un cine de Buenos Aires, explican cómo siembran café, maíz, cacao y plátano para comer ellos.

A pesar de que cargan un fusil terciado, despiertan simpatía y consideración por “su labor altruista”, entre la gente que no conoce la verdad de fondo.

La única amenaza que profieren es que exportarán sus productos, lo que les permitirá seguir sufragando la lucha armada como ejército del pueblo.

Realmente esos angelitos rebeldes no son campesinos sino miembros de las Farc, el grupo narcoterrorista que hace unas semanas degolló y dejó abandonado en una carretera rural al gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuellar, porque éste se negó a caminar después de ser secuestrado por un comando subversivo que lo sacó de su casa a la fuerza.

Son los mismos que tienen encadenados a policías, militares, políticos y civiles en la selva, a cambio de dinero o como presión para una negociación que no sucederá jamás.

En el documental, de unas dos horas de duración, uno de los angelitos rebeldes, llamado Jaime Manuel Lara Hernández, alias ‘Canaguaro’, secuestrador y torturador reconocido por sus víctimas, niega que las Farc siembran coca y amapola.

Muestra a sus camaradas como inocentes agricultores que luchan por la “libertad” del pueblo y nunca se refiere a la cosecha de sangre y muerte que provocan plantando minas antipersonales.

Son mentiras que difunden internacionalmente para buscar apoyo de la izquierda, de los incautos intelectuales y de los dirigentes del mundo que no conocen la realidad de los intereses mezquinos de esa mínima parte de colombianos resentidos y maniáticos.

Hace mucho tiempo la ideología social y política murió en las mentes de esos angelitos rebeldes.

Ellos ignoran a propósito que su lucha armada no la respaldan los ciudadanos de ese país suramericano y mienten cuando niegan que son un cartel de drogas. Sí narcotrafican, sí obligan a los campesinos a sembrar coca y amapola y sí negocian con el producto de estos cultivos ilícitos: cocaína y heroína.

Sus comandantes tienen intereses personales, obligan a mujeres y niños a participar en su lucha armada y engañan a muchos de los estudiantes y campesinos, llevándolos a la muerte a través de la guerra con la promesa de recuperar derechos arrebatados por una oligarquía indigna.

Si bien es cierto que Colombia todavía sufre injusticia social, corrupción y el gobierno actual y varios sectores de la prensa ocultan la realidad de un país sumido en la pobreza, el desempleo y la inseguridad, la mayor parte de sus pobladores no cree que el comunismo sea la solución y mucho menos quisiera que esos terroristas gobernaran la nación.

Los colombianos están hartos de la violencia y por eso toleran un gobierno de mano fuerte como el de Álvaro Uribe y su “seguridad democrática” (que no es tan democrática, sino sesgada porque beneficia a la clase media alta y alta que es la minoría), haciéndose los de la vista gorda ante los falsos positivos (operativos del ejército inventados), el apoyo secreto a paramilitares y el asesinato de campesinos, sindicalistas y líderes comunales.

Mis paisanos ignoran todo esto con tal de cambiar el rumbo del país y no ponerlo en manos de los angelitos rebeldes que aparecen en el documental falsario.

Raúl Benoit
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Raúl Benoit

Periodista y escritor colombiano de origen francés. Se ha destacado en televisión latinoamericana, como escritor de libros y columnista de periódicos del mundo.

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